13/06/2018, 22:49
La respuesta del joven calvo sorprendió visiblemente tanto a su captora como a su compañero cautivo. El desconcierto que les había golpeado como una maza de derribo se plasmó sin demora en los rostros de Akame y Pō; el primero enarcó una ceja, escéptico, mientras que la segunda se quedó tan blanca como la pared. Un silencio espeso se apoderó por momentos de la sala.
—¿¡Qué!? —exclamaron los dos, al unísono.
Pō lanzó una mirada fulminante al Uchiha, que agachó la cabeza y calló durante unos instantes. La mujer parecía totalmente desorientada, pero al ver la sinceridad que brillaba en los ojos de Karamaru, un ligero rubor le fue subiendo por el rostro. Parecía querer resistirse a abandonar su postura defensiva, pero los cumplidos del amejin claramente la habían afectado, reconfortando su corazón.
—Shi... Shinobi-san —balbuceó—. Yo...
Akame entendió entonces la estrategia de su compañero ninja —o, al menos, él pensó que se trataba sólo de eso—, y se apresuró a aportar su granito de arena. Aclarándose la garganta y tratando de sonar lo más agradable que pudo —no fue mucho—, lanzó también un discreto cumplido a su secuestradora.
—Bueno, eh, la verdad es que no estuvo mal —carraspeó sonoramente, desviando la mirada hacia la pared más cercana con el mentón en alto y gesto orgulloso—. Fue una buena kemuridama, y... Eh, aprovechaste bien el momento.
El silencio volvió a reinar en la habitación. La pretendida kunoichi estaba frente a ambos ninjas, con los puños apretados y la mirada baja. Permaneció así durante unos largos instantes, hasta que de repente el sonido de unos sollozos apenas contenidos llegó hasta los oídos de ambos ninjas. Dos solitarias gotas de lo que parecía agua cayeron al suelo justo bajo el rostro agachado de Pō.
—He... He entrenado durante tanto tiempo... —murmuró—. He soñado cada noche con este momento. Ser reconocida como una hábil kunoichi... Yo quería demostrar a todos que podía hacerlo. Aunque me dijeron que no. Aunque todos y cada uno de los ninjas de Uzushio, Ame y Kusa rechazó entrenarme...
»Hoy es un día muy feliz.
Y entonces rompió a llorar.
—¿¡Qué!? —exclamaron los dos, al unísono.
Pō lanzó una mirada fulminante al Uchiha, que agachó la cabeza y calló durante unos instantes. La mujer parecía totalmente desorientada, pero al ver la sinceridad que brillaba en los ojos de Karamaru, un ligero rubor le fue subiendo por el rostro. Parecía querer resistirse a abandonar su postura defensiva, pero los cumplidos del amejin claramente la habían afectado, reconfortando su corazón.
—Shi... Shinobi-san —balbuceó—. Yo...
Akame entendió entonces la estrategia de su compañero ninja —o, al menos, él pensó que se trataba sólo de eso—, y se apresuró a aportar su granito de arena. Aclarándose la garganta y tratando de sonar lo más agradable que pudo —no fue mucho—, lanzó también un discreto cumplido a su secuestradora.
—Bueno, eh, la verdad es que no estuvo mal —carraspeó sonoramente, desviando la mirada hacia la pared más cercana con el mentón en alto y gesto orgulloso—. Fue una buena kemuridama, y... Eh, aprovechaste bien el momento.
El silencio volvió a reinar en la habitación. La pretendida kunoichi estaba frente a ambos ninjas, con los puños apretados y la mirada baja. Permaneció así durante unos largos instantes, hasta que de repente el sonido de unos sollozos apenas contenidos llegó hasta los oídos de ambos ninjas. Dos solitarias gotas de lo que parecía agua cayeron al suelo justo bajo el rostro agachado de Pō.
—He... He entrenado durante tanto tiempo... —murmuró—. He soñado cada noche con este momento. Ser reconocida como una hábil kunoichi... Yo quería demostrar a todos que podía hacerlo. Aunque me dijeron que no. Aunque todos y cada uno de los ninjas de Uzushio, Ame y Kusa rechazó entrenarme...
»Hoy es un día muy feliz.
Y entonces rompió a llorar.