14/06/2018, 01:07
Entre la profunda humareda, la kunoichi se abrió paso a base de buena memoria espacial. Corrió al exterior, donde sus pulmones, agradecidos, pudieron respirar al fin aire puro. Gritó el nombre de Ringo, a quien distinguió al borde del jardín. Estaba a punto de saltar la verja cuando la oyó, deteniéndose en el acto. Dio media vuelta lentamente…
… y la miró. Entonces, negó con la cabeza.
… y la miró. Entonces, negó con la cabeza.