14/06/2018, 22:22
Al menos su frágil estabilidad mental había logrado convencer a uno de los presentes; al más importante, además. Ringo se colocó a su vera. El de la cicatriz continuó mofándose mientras el otro le seguía el juego. Karma eliminó aquella abominable mueca como si nunca hubiera estado allí tan pronto logró calmarse un poco.
No obstante, el joven y tempemental hijo de la señora Yoshikawa respondió a las provocaciones. Karma le puso la mano sobre el hombro con firmeza —toda la firmeza que una debilucha como ella podía amasar—, albergando la intención de pararle en seco.
Entonces intercedió:
—Ringo es un chico hábil y de recursos. Logró derrotarme sin despeinarse —puro teatro, el hecho de que la hubiese engañado con tanta facilidad no significaba nada para la kunoichi, para ella eso era el status quo, tan inconsecuente como el sonido de la lluvia al darse de bruces contra la tierra—. Me engañó sin problemas, a mí, el Demonio Púrpura de Uzushiogakure, Murasakioni —un título estúpido que se acababa de sacar del sujetador.
»Ringo-san os deja hacer porque sabe que no merece la pena utilizar sus auténticas habilidades contra vosotros. Sigue repitiendo porque los genios siempre tienen problemas al someterse al molde del sistema. Eso es todo.
—Solo le falta un poquito de sabiduría... —y al decir esto lo miró con dureza, una aspereza que rezaba: "te la vas a ganar cuando volvamos a casa".
No obstante, el joven y tempemental hijo de la señora Yoshikawa respondió a las provocaciones. Karma le puso la mano sobre el hombro con firmeza —toda la firmeza que una debilucha como ella podía amasar—, albergando la intención de pararle en seco.
Entonces intercedió:
—Ringo es un chico hábil y de recursos. Logró derrotarme sin despeinarse —puro teatro, el hecho de que la hubiese engañado con tanta facilidad no significaba nada para la kunoichi, para ella eso era el status quo, tan inconsecuente como el sonido de la lluvia al darse de bruces contra la tierra—. Me engañó sin problemas, a mí, el Demonio Púrpura de Uzushiogakure, Murasakioni —un título estúpido que se acababa de sacar del sujetador.
»Ringo-san os deja hacer porque sabe que no merece la pena utilizar sus auténticas habilidades contra vosotros. Sigue repitiendo porque los genios siempre tienen problemas al someterse al molde del sistema. Eso es todo.
—Solo le falta un poquito de sabiduría... —y al decir esto lo miró con dureza, una aspereza que rezaba: "te la vas a ganar cuando volvamos a casa".