14/06/2018, 22:36
A medida que Karma hablaba, el pecho de Ringo se iba hinchando. Sí, así era. Él solito había derrotado al Demonio Púrpura de Uzushiogakure no Sato. Sin despeinarse siquiera. Y si no ponía en lugar a aquellos capullos, era porque no se quería rebajar a su nivel. Sí, sí y sí. Ringo asentía con vehemencia ante cada palabra de su compañera. ¿El motivo de que repitiese? Un error, por supuesto. Un sistema demasiado arcaico, perfecto para evaluar a la gente mundana y trivial, pero no a un genio viviente como él.
—Me has calado a la primera —murmuró, impresionado, reconociendo que Karma tenía toda la razón del mundo. El genin, no obstante, no parecía pensar lo mismo.
—¿Un genio, dices? Compañera, ¿estás bien? ¿Te has tomado la medicación? —apoyó una mano en el hombro de la muchacha, condescendiente—. Murasiakoni, ¿dices? Por favor… —miró al que llamaba Uni con una sonrisa torcida—. ¡No te conocen así ni en tu casa!
Más risas.
—Me has calado a la primera —murmuró, impresionado, reconociendo que Karma tenía toda la razón del mundo. El genin, no obstante, no parecía pensar lo mismo.
—¿Un genio, dices? Compañera, ¿estás bien? ¿Te has tomado la medicación? —apoyó una mano en el hombro de la muchacha, condescendiente—. Murasiakoni, ¿dices? Por favor… —miró al que llamaba Uni con una sonrisa torcida—. ¡No te conocen así ni en tu casa!
Más risas.