17/06/2018, 16:52
Saboreó el dulce sabor de la victoria por solo unos instantes. Apenas unas décimas de segundo, antes de que la miel se convirtiese en ceniza en su propia boca. La vida, y más la de un ninja, se ponía patas arriba en el momento menos pensado.
Lo oyó antes de sentirlo. El chirrido de mil pájaros furiosos. Con él. Con su espalda, que recibió el impacto de todo aquel odio y le tiró boca abajo, cortándole la respiración. Chocó de cara contra el suelo, arañándosela, abriendo heridas en piel y labios. Le lloraban los ojos y babeaba sangre.
Como un bebé perdido y asustado, quiso revolverse. Levantarse. Entonces le vio. Parado. Mirándole. Aquellas cicatrices ya las había visto una vez…
—¿Tú…? —¿Acaso no era el ninja que había visto en Yamiria, cuando Rokuro Hei había sido secuestrado? Una aventura que ahora parecía haber corrido milenios atrás, junto a Akame y Aiko.
El hombre habló, despertando todavía más preguntas en su asustada mente. Por alguna extraña razón, aseguraba que había tratado de no matarles. Incluso conocía su nombre. «¿Cómo cojones…?»
Entonces le ofreció una salida. A Uchiha Datsue. Huir. ¿Cuándo hubiese rechazado él tan golosa propuesta?
«Pero ahora soy jōnin», le recordó una parte de su ser. Demasiado pequeña para enfrentarse a la otra, más grande y fuerte, que le recordaba algo más importante: primero sobrevivir; luego el resto.
Estaba a punto de aceptar el trato cuando le oyó. A su Hermano, directo al alma. O a su oído derecho, más bien. Una sensación reconfortante le invadió el cuerpo. Era increíble el efecto que tenía Akame en él. Por muy cursi que sonase, a su lado, era mejor persona. Más decidido. Más ambicioso. Más tenaz. Más…
…valiente.
—E-está bien. Tú ganas —No le costó poner voz asustada. Lo estaba—. No sé qué cojones está pasando, pero… Elijo vivir. —Con una mueca de dolor, plantó un pie en el suelo, se apoyó las manos en la rodilla y se irguió. Entonces, con parte del brazo y hombro, se restregó parte de la mejilla ensangrentada y la oreja. La oreja en la que estaba su comunicador. Con todo el disimulo del que fue capaz, apretó el botón con el propio hombro—. Casi acabo de morir sepultado bajo el techo de la sala de audiencias del castillo, o lo que sea que fuese eso… No pienso tentar más a la suerte. —Pero sí, Uchiha Datsue iba a tentar una vez más a la suerte.
El Saimingan buscó los ojos del mercenario, tratando de introducirle en una ilusión. ¿Qué tipo de ilusión? Una que se disfrazaba de la realidad. Una que imitaría el entorno, y la posición de ellos dos, todo con la mayor precisión posible para que el ninja no se diese cuenta.
—Me iré por ahí, ¿de acuerdo? —preguntó, ya dentro del Genjutsu, señalando con un dedo en una dirección.
«Date prisa, Hermano…»
Y hablando de Uchiha Akame, no halló peligro alguno tras otear los alrededores. Tanto Inu el Perro como Nezumi la Rata parecían haber hecho caso a su instinto de supervivencia, huyendo con el rabo entre las piernas.
Lo oyó antes de sentirlo. El chirrido de mil pájaros furiosos. Con él. Con su espalda, que recibió el impacto de todo aquel odio y le tiró boca abajo, cortándole la respiración. Chocó de cara contra el suelo, arañándosela, abriendo heridas en piel y labios. Le lloraban los ojos y babeaba sangre.
Como un bebé perdido y asustado, quiso revolverse. Levantarse. Entonces le vio. Parado. Mirándole. Aquellas cicatrices ya las había visto una vez…
—¿Tú…? —¿Acaso no era el ninja que había visto en Yamiria, cuando Rokuro Hei había sido secuestrado? Una aventura que ahora parecía haber corrido milenios atrás, junto a Akame y Aiko.
El hombre habló, despertando todavía más preguntas en su asustada mente. Por alguna extraña razón, aseguraba que había tratado de no matarles. Incluso conocía su nombre. «¿Cómo cojones…?»
Entonces le ofreció una salida. A Uchiha Datsue. Huir. ¿Cuándo hubiese rechazado él tan golosa propuesta?
«Pero ahora soy jōnin», le recordó una parte de su ser. Demasiado pequeña para enfrentarse a la otra, más grande y fuerte, que le recordaba algo más importante: primero sobrevivir; luego el resto.
Estaba a punto de aceptar el trato cuando le oyó. A su Hermano, directo al alma. O a su oído derecho, más bien. Una sensación reconfortante le invadió el cuerpo. Era increíble el efecto que tenía Akame en él. Por muy cursi que sonase, a su lado, era mejor persona. Más decidido. Más ambicioso. Más tenaz. Más…
…valiente.
—E-está bien. Tú ganas —No le costó poner voz asustada. Lo estaba—. No sé qué cojones está pasando, pero… Elijo vivir. —Con una mueca de dolor, plantó un pie en el suelo, se apoyó las manos en la rodilla y se irguió. Entonces, con parte del brazo y hombro, se restregó parte de la mejilla ensangrentada y la oreja. La oreja en la que estaba su comunicador. Con todo el disimulo del que fue capaz, apretó el botón con el propio hombro—. Casi acabo de morir sepultado bajo el techo de la sala de audiencias del castillo, o lo que sea que fuese eso… No pienso tentar más a la suerte. —Pero sí, Uchiha Datsue iba a tentar una vez más a la suerte.
El Saimingan buscó los ojos del mercenario, tratando de introducirle en una ilusión. ¿Qué tipo de ilusión? Una que se disfrazaba de la realidad. Una que imitaría el entorno, y la posición de ellos dos, todo con la mayor precisión posible para que el ninja no se diese cuenta.
—Me iré por ahí, ¿de acuerdo? —preguntó, ya dentro del Genjutsu, señalando con un dedo en una dirección.
«Date prisa, Hermano…»
Y hablando de Uchiha Akame, no halló peligro alguno tras otear los alrededores. Tanto Inu el Perro como Nezumi la Rata parecían haber hecho caso a su instinto de supervivencia, huyendo con el rabo entre las piernas.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado