17/06/2018, 23:09
(Última modificación: 17/06/2018, 23:09 por Aotsuki Ayame.)
—Eh, esto... —dijo Daigo, que parecía haber vuelto a la realidad de golpe desde un universo que sólo estaba en su cabeza y al que Ayame le era imposible acceder—. Sí, algo así. La verdad es que estaba viajando para entrenar y pensé que esta sería una buena parada, aunque sea solo para mirar un rato y descansar.
Ella sonrió, afable. Se agachó momentáneamente, se descolgó la abarrotada mochila que cargaba a su espalda y se puso a rebuscar en su interior. Apartó unas pocas mudas de ropa, los restos de los víveres que aún le quedaban, agua y unos pocos objetos.
—Yo sí he venido hasta aquí por las ruinas —comentó, sacando al fin un pergamino plegado varias veces. Cuando lo desdobló, Daigo podría ver que se trataba de una suerte de mapa; y, a juzgar por la gran cantidad de vegetación rotulada, un mapa de la zona—. Conseguí esto en la Ribera del Norte al preguntar por la ubicación de los Templos, pero... creo que me he terminado extraviando un poco...
Volvió a levantarse, intercalando la mirada entre el trozo de papel y el paisaje que le rodeaba. Ladeó varias veces la cabeza, pensativa.
—He venido por aquí, así que, quizás si sigo este camino... —comentó casi para sí misma, señalando un zigzagueante trazo en el mapa y mirando en dirección a un camino que tenía al frente de sus ojos y que estaba casi eclipsado por la vegetación. Al final, como si se acabara de acordar de que Daigo seguía junto a ella, se volvió hacia el muchacho—. ¿Tú qué piensas?
Ella sonrió, afable. Se agachó momentáneamente, se descolgó la abarrotada mochila que cargaba a su espalda y se puso a rebuscar en su interior. Apartó unas pocas mudas de ropa, los restos de los víveres que aún le quedaban, agua y unos pocos objetos.
—Yo sí he venido hasta aquí por las ruinas —comentó, sacando al fin un pergamino plegado varias veces. Cuando lo desdobló, Daigo podría ver que se trataba de una suerte de mapa; y, a juzgar por la gran cantidad de vegetación rotulada, un mapa de la zona—. Conseguí esto en la Ribera del Norte al preguntar por la ubicación de los Templos, pero... creo que me he terminado extraviando un poco...
Volvió a levantarse, intercalando la mirada entre el trozo de papel y el paisaje que le rodeaba. Ladeó varias veces la cabeza, pensativa.
—He venido por aquí, así que, quizás si sigo este camino... —comentó casi para sí misma, señalando un zigzagueante trazo en el mapa y mirando en dirección a un camino que tenía al frente de sus ojos y que estaba casi eclipsado por la vegetación. Al final, como si se acabara de acordar de que Daigo seguía junto a ella, se volvió hacia el muchacho—. ¿Tú qué piensas?