18/06/2018, 16:49
(Última modificación: 18/06/2018, 16:50 por Uchiha Akame.)
«Maldito perro... Tiene razón, nos hemos olvidado completamente del señor Iekatsu. Y parece que conoce a Kunie-sensei... ¡Joder! ¿Cómo he podido ser tan imprudente como para perderla de vista?»
Se habían enfocado demasiado en los atacantes y le habían dado a Kunie —o Tome, según cada uno quisiera llamarla— un valioso tiempo a solas con el decrépito señor de Rōkoku. «¿Qué demonios estará haciendo? A juzgar por las palabras de este tipo, nada bueno» se dijo el Uchiha. Akame tenía claro que debían encontrar a su protegido, y rápido.
Datsue pasó a la acción sin más preámbulos, creando la sorprendente cantidad de tres clones de sombra al mismo tiempo. Akame ladeó el rostro, preocupado; su Hermano acababa de pelear contra un poderoso enemigo y aun así había gastado gran parte de su chakra en el Kage Bunshin. Ahora, sus reservas estaban bajo mínimos. Sin embargo, la prioridad en ese momento era encontrar al noble de la familia Toritaka.
—Está bien —respondió, escueto, el Uchiha. Luego se volvió hacia aquel renegado—. Tú y yo hablaremos más tarde.
Tanto Akame como los tres clones de Datsue emprendieron la búsqueda del señor y la dama, cada uno dirigiéndose en una dirección.
Kaguya Hida los vio alejarse con gesto despreocupado. Luego volvió la vista hacia Datsue.
—Woah, Datsue... Has gastado mucho chakra en esos Clones de Sombra —comentó, como un profesor severo—. ¿Crees que es prudente?
Sin embargo, cuando el Uchiha le lanzó un cebo, Hida respondió con una risa socarrona. Su voz, áspera, no reflejaba sino la más pura y llana honestidad del veterano que ha hecho de todo y ha visto de todo; y sabe cuando mentir no tiene sentido. Especialmente si es tu propio pellejo el que está en juego; eso lo tenía en común con Uchiha Datsue... Ambos eran supervivientes natos.
—No veo por qué no, muchacho —asintió, encogiéndose de hombros—. ¿Qué te parece si, como gesto de buena voluntad, me quitas estas esposas? —agregó con una sonrisa repleta de dientes amarillentos, mientras alzaba las manos en dirección a Datsue.
—En cuanto a de qué te conozco... Bueno, no es que hayamos coincidido una mañana, comprando el maldito pan —apostilló—. Pero sí que he leído muchas cosas interesantes sobre ti. Digamos que aquí tú y tu compadre habéis tocado las narices a demasiada gente demasiado... Influyente.
Hida carraspeó y escupió otro gargajo a un lado.
—¿Sabías que Akame-san secuestró, torturó y mató a uno de mis muchachos? Y todo porque le tomé el pelo, le engañé como a un maldito kusareño —una carcajada áspera salió de su garganta destrozada por el alcohol.
Se habían enfocado demasiado en los atacantes y le habían dado a Kunie —o Tome, según cada uno quisiera llamarla— un valioso tiempo a solas con el decrépito señor de Rōkoku. «¿Qué demonios estará haciendo? A juzgar por las palabras de este tipo, nada bueno» se dijo el Uchiha. Akame tenía claro que debían encontrar a su protegido, y rápido.
Datsue pasó a la acción sin más preámbulos, creando la sorprendente cantidad de tres clones de sombra al mismo tiempo. Akame ladeó el rostro, preocupado; su Hermano acababa de pelear contra un poderoso enemigo y aun así había gastado gran parte de su chakra en el Kage Bunshin. Ahora, sus reservas estaban bajo mínimos. Sin embargo, la prioridad en ese momento era encontrar al noble de la familia Toritaka.
—Está bien —respondió, escueto, el Uchiha. Luego se volvió hacia aquel renegado—. Tú y yo hablaremos más tarde.
Tanto Akame como los tres clones de Datsue emprendieron la búsqueda del señor y la dama, cada uno dirigiéndose en una dirección.
Kaguya Hida los vio alejarse con gesto despreocupado. Luego volvió la vista hacia Datsue.
—Woah, Datsue... Has gastado mucho chakra en esos Clones de Sombra —comentó, como un profesor severo—. ¿Crees que es prudente?
Sin embargo, cuando el Uchiha le lanzó un cebo, Hida respondió con una risa socarrona. Su voz, áspera, no reflejaba sino la más pura y llana honestidad del veterano que ha hecho de todo y ha visto de todo; y sabe cuando mentir no tiene sentido. Especialmente si es tu propio pellejo el que está en juego; eso lo tenía en común con Uchiha Datsue... Ambos eran supervivientes natos.
—No veo por qué no, muchacho —asintió, encogiéndose de hombros—. ¿Qué te parece si, como gesto de buena voluntad, me quitas estas esposas? —agregó con una sonrisa repleta de dientes amarillentos, mientras alzaba las manos en dirección a Datsue.
—En cuanto a de qué te conozco... Bueno, no es que hayamos coincidido una mañana, comprando el maldito pan —apostilló—. Pero sí que he leído muchas cosas interesantes sobre ti. Digamos que aquí tú y tu compadre habéis tocado las narices a demasiada gente demasiado... Influyente.
Hida carraspeó y escupió otro gargajo a un lado.
—¿Sabías que Akame-san secuestró, torturó y mató a uno de mis muchachos? Y todo porque le tomé el pelo, le engañé como a un maldito kusareño —una carcajada áspera salió de su garganta destrozada por el alcohol.