19/06/2018, 00:20
La humilde embarcación del shinobi de Kusagakure habría tocado puerto finalmente, aunque no podía darse el lujo de hacer turismo por las calles del pueblo, al menos tenía la chance de experimentar por primera vez en su vida el tacto de los fríos copos de nieve en su piel.
Los responsables del manejo de la nave no dedicarían tanto tiempo de sus vidas en apreciar algo que ya estaban acostumbrados y hasta hartos de ver, por lo que se apresurarían a buscar refugio de la tormenta que parecía acercarse ni bien amarrasen de manera segura la embarcación.
Etsu y Akane podrían apreciar que a medida que la luz comenzaba a no ser mas que un recuerdo de la escena y la única iluminación proviniese de las ventanas de un par de edificios a lo lejos, de igual manera, sentirían que la cantidad de copos de nieve iba aumentando en número y en velocidad. A menos que la dupla estuviese acostumbrada a esas temperaturas incluso podrían llegar a sentir la fría brisa de la noche de Arashi-no-kuni un poco incomoda. A lo mejor sería una buena idea apreciar la nieve en la mañana.
Mogura, ubicado prácticamente en el polo opuesto a Etsu, se apresuró hasta las calles del pueblo, no tenía intenciones de estar fuera para cuando la tormenta estuviese encima de Yamahata. Probablemente no duraría demasiado pero sería peligroso de igual manera.
El contraste con su aldea era tan grande como Onindo mismo, mientras que los rascacielos y luces de neón eran la postal de Amegakure, las casas de los pueblerinos y sus talleres completamente cerrados eran la de aquel lugar. El lugar no estaba muy lejos de parecer abandonado, de no ser claro, por dos edificios, uno en cada punta de la calle principal.
Sin intenciones de demorar más de lo necesario, el médico apresuró su paso hasta el portal de ingreso.
Los responsables del manejo de la nave no dedicarían tanto tiempo de sus vidas en apreciar algo que ya estaban acostumbrados y hasta hartos de ver, por lo que se apresurarían a buscar refugio de la tormenta que parecía acercarse ni bien amarrasen de manera segura la embarcación.
Etsu y Akane podrían apreciar que a medida que la luz comenzaba a no ser mas que un recuerdo de la escena y la única iluminación proviniese de las ventanas de un par de edificios a lo lejos, de igual manera, sentirían que la cantidad de copos de nieve iba aumentando en número y en velocidad. A menos que la dupla estuviese acostumbrada a esas temperaturas incluso podrían llegar a sentir la fría brisa de la noche de Arashi-no-kuni un poco incomoda. A lo mejor sería una buena idea apreciar la nieve en la mañana.
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Mogura, ubicado prácticamente en el polo opuesto a Etsu, se apresuró hasta las calles del pueblo, no tenía intenciones de estar fuera para cuando la tormenta estuviese encima de Yamahata. Probablemente no duraría demasiado pero sería peligroso de igual manera.
El contraste con su aldea era tan grande como Onindo mismo, mientras que los rascacielos y luces de neón eran la postal de Amegakure, las casas de los pueblerinos y sus talleres completamente cerrados eran la de aquel lugar. El lugar no estaba muy lejos de parecer abandonado, de no ser claro, por dos edificios, uno en cada punta de la calle principal.
Sin intenciones de demorar más de lo necesario, el médico apresuró su paso hasta el portal de ingreso.
Hablo - Pienso