19/06/2018, 16:58
Una kunoichi de pelo oscuro y rostro oculto por una máscara protagonizaba la portada de aquel manga, de título: Cho, el Camino de una Kunoichi. Cuando consultó la sinopsis, leyó:
«
Cho ha conseguido al fin lo que tanto ansiaba: su ascenso a jōnin. Tiene unos amigos que la quieren, unos compañeros que la respetan y ahora el reconocimiento de su propio Mizukage. Pero cuando llega la noche y se pone la máscara, la felicidad se convierte en responsabilidad.
Ella no llegó allí de casualidad, sino por una misión. La de poner en jaque a toda una nación.»
Saciada su curiosidad, Karma rebuscó entre el cajón de la mesita de noche de Ringo, hasta hallar una revista de dudosa virtud. No contento con ello, pasó las páginas, curiosa. Se fijó, entre otras muchas cosas, que dos de éstas estaban marcadas, con la esquina del papel doblada. Seguramente, las favoritas de Ringo, y con las que más se entretenía en leer.
Acabada su inspección, Karma probó fortuna en la siguiente puerta. Esta vez, una habitación más sobria, con una gran cama de matrimonio en el centro, un armario abierto en un lateral, con ropas de kunoichi, y una mesita de noche a cada lado de la cama. Una, vacía y con una capa de polvo sobre ella. La otra, con una lámpara y un libro.
El libro que buscaba.
«
La kunoichi perfecta no tiene conciencia, sino una misión.
Cho ha conseguido al fin lo que tanto ansiaba: su ascenso a jōnin. Tiene unos amigos que la quieren, unos compañeros que la respetan y ahora el reconocimiento de su propio Mizukage. Pero cuando llega la noche y se pone la máscara, la felicidad se convierte en responsabilidad.
Ella no llegó allí de casualidad, sino por una misión. La de poner en jaque a toda una nación.»
Saciada su curiosidad, Karma rebuscó entre el cajón de la mesita de noche de Ringo, hasta hallar una revista de dudosa virtud. No contento con ello, pasó las páginas, curiosa. Se fijó, entre otras muchas cosas, que dos de éstas estaban marcadas, con la esquina del papel doblada. Seguramente, las favoritas de Ringo, y con las que más se entretenía en leer.
Acabada su inspección, Karma probó fortuna en la siguiente puerta. Esta vez, una habitación más sobria, con una gran cama de matrimonio en el centro, un armario abierto en un lateral, con ropas de kunoichi, y una mesita de noche a cada lado de la cama. Una, vacía y con una capa de polvo sobre ella. La otra, con una lámpara y un libro.
El libro que buscaba.