19/06/2018, 18:45
Una nueva puerta, una nueva habitación. La cama de matrimonio —lo primero que le entró por los ojos— era buena señal. Muy buena.
Efectivamente, allí estaba: no necesitó más que pegarle un rápido escaneo al habitáculo para vislumbrar la inconfundible figura de un ejemplar descansando en una de las mesillas de noche.
La genin eliminó la distancia con el mueble haciendo uso de zancadas tan largas como aceleradas. Tomó el libro con sus pálidas manos y lo alzó, con el único objetivo de comprobar el nombre que tenía en la portada.
Al fin y al cabo no quería llevarse el tomo equivocado.
Efectivamente, allí estaba: no necesitó más que pegarle un rápido escaneo al habitáculo para vislumbrar la inconfundible figura de un ejemplar descansando en una de las mesillas de noche.
La genin eliminó la distancia con el mueble haciendo uso de zancadas tan largas como aceleradas. Tomó el libro con sus pálidas manos y lo alzó, con el único objetivo de comprobar el nombre que tenía en la portada.
Al fin y al cabo no quería llevarse el tomo equivocado.