19/06/2018, 19:49
—Bingo.
El peso del libro producía que a sus dedos no les gustase la idea de cargar con él, pero la muchacha se auspició en el placer que le producía cumplir con una tarea y cumplirla bien. Se lo llevó con la siniestra y lo apoyó contra su cadera, tomándolo del lomo, en tal de hacer el lastre más llevadero.
Antes de marchar, su mirada se desvió hacia la otra mesilla de noche. «Si esta es la de Eshima-san, la otra...». Se aproximó a la susodicha con calma, como quien camina de forma solemne al entrar en un templo lustroso.
Trazó una pequeña línea con su dedo índice derecho sobre la mesita, apartando el polvo. Por algún motivo, aquello —el claro desuso del mueble— le resultaba... triste.
Se decidió a abrir el cajón.
El peso del libro producía que a sus dedos no les gustase la idea de cargar con él, pero la muchacha se auspició en el placer que le producía cumplir con una tarea y cumplirla bien. Se lo llevó con la siniestra y lo apoyó contra su cadera, tomándolo del lomo, en tal de hacer el lastre más llevadero.
Antes de marchar, su mirada se desvió hacia la otra mesilla de noche. «Si esta es la de Eshima-san, la otra...». Se aproximó a la susodicha con calma, como quien camina de forma solemne al entrar en un templo lustroso.
Trazó una pequeña línea con su dedo índice derecho sobre la mesita, apartando el polvo. Por algún motivo, aquello —el claro desuso del mueble— le resultaba... triste.
Se decidió a abrir el cajón.