19/06/2018, 20:33
La muchacha mantuvo la mirada sobre la imagen del interior de la mesita vacío. Tras unos momentos, suspiró y cerró el cajón con brusquedad. «Ya basta de husmear... tengo que cambiar el libro», se dijo.
Con el tomo bajo el brazo —literalmente—, Karma abandonó la habitación, retornó al primer piso, se pasó por la cocina para agarrar el dinero que se le había dejado preparado y salió de la vivienda, cerrando la puerta tras de sí, pero no con llave. Tampoco habría tenido forma de hacerlo ni aunque quisiera.
Caminó en dirección a la plaza del Mercado Rojo.
Con el tomo bajo el brazo —literalmente—, Karma abandonó la habitación, retornó al primer piso, se pasó por la cocina para agarrar el dinero que se le había dejado preparado y salió de la vivienda, cerrando la puerta tras de sí, pero no con llave. Tampoco habría tenido forma de hacerlo ni aunque quisiera.
Caminó en dirección a la plaza del Mercado Rojo.