21/06/2018, 00:25
El gyojin rompía los charcos bajo sus pies a paso continuado, protegido de la garua por una capa de viaje de lo más mundana. Un sombrero de paja le cubría también la cabeza, y su frondosa cabellera azul yacía atada en una cola de caballo, que sin su particular bandana atada a su frente, podía volverse rebelde con los vientos huracanados de los Campos de la Tormenta.
Kaido mantuvo el mismo paso del corcel que hacía un esfuerzo titánico en llevar a cuesta el carruaje. Uno que contenía el botín a proteger por aquel par de aparentes civiles, y que debía ingresar con éxito a una locación lejana.
El nombre del pueblo era Hantamura.
—No tiene sentido. ¿Cómo lograría conseguir alimento para sobrevivir debajo de las alcantarillas?
—Puede que los túneles tengan algún acceso al lago, y ahí cacen a algunos peces. O tal vez algún buen amenio lo está alimentando con presas más grandes. ¿Te acuerdas del chucho de la bruja del 71 que se perdió y nunca fue encontrado? —el amejin sonrió malicioso y miró a Mogura por encima del carromato—. quizás acabó en el estómago de esa criatura.
Kaido mantuvo el mismo paso del corcel que hacía un esfuerzo titánico en llevar a cuesta el carruaje. Uno que contenía el botín a proteger por aquel par de aparentes civiles, y que debía ingresar con éxito a una locación lejana.
El nombre del pueblo era Hantamura.
—No tiene sentido. ¿Cómo lograría conseguir alimento para sobrevivir debajo de las alcantarillas?
—Puede que los túneles tengan algún acceso al lago, y ahí cacen a algunos peces. O tal vez algún buen amenio lo está alimentando con presas más grandes. ¿Te acuerdas del chucho de la bruja del 71 que se perdió y nunca fue encontrado? —el amejin sonrió malicioso y miró a Mogura por encima del carromato—. quizás acabó en el estómago de esa criatura.