8/09/2015, 00:25
Daruu respondió a su carcajada con una suave sonrisa, y Ayame sintió un agradable cosquilleo en el pecho. Sus siguientes palabras fueron una pregunta disfrazada de comentario inocente.
—Siempre ha sido así. Al menos desde que tengo memoria —confesó, con cierta duda sobre lo que debería contar o no. Confiaba en Daruu, aunque aquella era la primera vez que intercambiaban una conversación de más de dos frases. Sin embargo, estaban hablando sobre las habilidades secretas de su hermano mayor. Y las habilidades secretas de un ninja es un tema tan íntimo y delicado como una amante—. Pero sí, su piel está igual de fría.
Siguió el movimiento de Daruu cuando se dio la vuelta y echó a andar hacia el centro de la terraza. Él seguía refiriéndose a su padre en pasado. Siempre en pasado. Ayame comenzaba a sospechar qué había sido de Hanaiko Danbaku, pero no se atrevía a confirmar aquellos pensamientos. Ni siquiera se atrevía a preguntarle a su compañero al respecto. Era una perspectiva demasiado amarga como para siquiera suponerla. Pero sus palabras la empapaban como la lluvia que caía sobre ambos, y una oscura sombra cruzó sus ojos cuando el último nombre cayó sobre ella como una pesada losa.
Aotsuki Zetsuo...
—Sí, mi padre... —susurró. Ni siquiera fue consciente de que había cerrado la mano que apoyaba sobre la barandilla en un tenso puño. Jamás había luchado con él, pero le había visto hacerlo contra Kōri. Y, sobre todo, recordaba sus entrenamientos...—. Nunca he conocido a tu padre... —había vacilado un instante, sin saber si debía referirse a él en pasado o presente. Finalmente, había sorteado la duda utilizando una frase algo más neutra—. Pero Zetsuo es sin duda un hombre poderoso... y no tiene piedad ninguna.
Lo sabía. Lo había experimentado en su propia piel.
Y aunque ella aspiraba a sorprenderle para eliminar aquel rastro de rencor de sus ojos aguamarina, no pudo evitar preguntarse lo mismo que Daruu. ¿Estaría a la altura de su padre? Él tenía la misma habilidad con la madera, por lo que le había contado. ¿Y ella? ¿Ella qué tenía?
«El genjutsu... Pero a un nivel ridículo comparado con el suyo...»
Sonrió con cierta tristeza.
—¿A su altura? Lo dudo bastante. Ellos son jonin, mientras que nosotros apenas nos acabamos de graduar, Daruu-san. Aún nos queda un largo recorrido.
—Siempre ha sido así. Al menos desde que tengo memoria —confesó, con cierta duda sobre lo que debería contar o no. Confiaba en Daruu, aunque aquella era la primera vez que intercambiaban una conversación de más de dos frases. Sin embargo, estaban hablando sobre las habilidades secretas de su hermano mayor. Y las habilidades secretas de un ninja es un tema tan íntimo y delicado como una amante—. Pero sí, su piel está igual de fría.
Siguió el movimiento de Daruu cuando se dio la vuelta y echó a andar hacia el centro de la terraza. Él seguía refiriéndose a su padre en pasado. Siempre en pasado. Ayame comenzaba a sospechar qué había sido de Hanaiko Danbaku, pero no se atrevía a confirmar aquellos pensamientos. Ni siquiera se atrevía a preguntarle a su compañero al respecto. Era una perspectiva demasiado amarga como para siquiera suponerla. Pero sus palabras la empapaban como la lluvia que caía sobre ambos, y una oscura sombra cruzó sus ojos cuando el último nombre cayó sobre ella como una pesada losa.
Aotsuki Zetsuo...
—Sí, mi padre... —susurró. Ni siquiera fue consciente de que había cerrado la mano que apoyaba sobre la barandilla en un tenso puño. Jamás había luchado con él, pero le había visto hacerlo contra Kōri. Y, sobre todo, recordaba sus entrenamientos...—. Nunca he conocido a tu padre... —había vacilado un instante, sin saber si debía referirse a él en pasado o presente. Finalmente, había sorteado la duda utilizando una frase algo más neutra—. Pero Zetsuo es sin duda un hombre poderoso... y no tiene piedad ninguna.
Lo sabía. Lo había experimentado en su propia piel.
Y aunque ella aspiraba a sorprenderle para eliminar aquel rastro de rencor de sus ojos aguamarina, no pudo evitar preguntarse lo mismo que Daruu. ¿Estaría a la altura de su padre? Él tenía la misma habilidad con la madera, por lo que le había contado. ¿Y ella? ¿Ella qué tenía?
«El genjutsu... Pero a un nivel ridículo comparado con el suyo...»
Sonrió con cierta tristeza.
—¿A su altura? Lo dudo bastante. Ellos son jonin, mientras que nosotros apenas nos acabamos de graduar, Daruu-san. Aún nos queda un largo recorrido.