26/06/2018, 00:09
—Entonces serás completamente inmune a la lluvia —comentó la kunoichi.
—Yo no lo llamaría inmunidad, considero mas bien que forma parte de nosotros, como el aire que respiramos o el agua que bebemos. En los tiempos de ahora hay mucha gente que decide no formar parte del rito de entrenar desnudo bajo la lluvia. En mi caso lo considero un error, creo que el entrenamiento no solo fortalece el cuerpo, si no que también fortalece el espíritu y la mente.
—Pues... Es bastante colorida, hay mucha vegetación, sobre todo cerezos. También hay bichos, sí, y cuidado con las alergias…Las casas normalmente son pequeñas, de aspecto tradicional, ¿sabes? Puertas correderas, tejados ornamentados. Creo que lo mejor es verlo, porque no soy buena describiendo cosas...
Si, uzushiogakure parecía un lugar completamente opuesto a Amegakure. No es que Amegakure fuera un lugar horrible para vivir, todo lo contrario. Leer sentado en la cama, con el sonido de la lluvia golpeando la venta, las paredes o el suelo era la mejor experiencia por la que cualquier ser vivo podría pasar. Aunque claro, yo leía libros incluso mientras caminaba bajo la lluvia.
Continuamos caminando pared arriba mientras escuchaba hablar a Eri sobre su patria y memorizaba en mi cabeza cada una de sus palabras a la par que trataba de imaginarme el lugar.
—No creo que sea tarea sencilla que llevar a alguien de una aldea a otro, por lo que tendré que conformarme con tu palabra de momento
Cuando se acabó la muralla, solo había tejado. Pero nada para colarse en el castillo. Llegados a ese punto, sentía mucha mas curiosidad por las palabras de Eri, que por el castillo en si mismo, por lo que aproveché para sentarme en el tejado, aunque con cuidado de que no se viniera abajo, como el suelo. Aunque esa podría ser una buena forma de entrar. Sin embargo, el techo pareció no ceder, y las vistas desde allí arriba eran espectaculares.
—¿De verdad tenéis gárgolas en el edificio del Kage? ¿Y las casas son metálicas y siniestras?¿Cómo es tu villa, Reiji-san?
—Si, tenemos gargolas, y cuanto más las miras, mas dudas de si están vivas o son de piedra. —Era una sensación muy extraña, aquellas estatuas de piedra parecían seguirte con la mirada allá donde fueras. —Dadas las continuas lluvias, lo mejor es que todas las casas sean de metal, las casas de medaría de estilo tradicional no aguantarían el azote de la tormenta. Es todo bastante oscuro, a excepción del distrito comercial, cuyos tenderetes están normalmente iluminados por llamativos carteles de neon.
En realidad, y aunque me tal vez me llevase horas, yo podría describirle la aldea de Amegakure con todo lujo de detalle, sin dejarme nada, como un tour guiado solo por palabras.
—Amegakure tiene cosas fantásticas, no cambiaria por nada del mundo el estar sentado junto a la ventana, leyendo un libro con la lluvia como música de fondo. Y tú, ¿Hay algo que de tu villa que no cambiarias por nada del mundo?
—Yo no lo llamaría inmunidad, considero mas bien que forma parte de nosotros, como el aire que respiramos o el agua que bebemos. En los tiempos de ahora hay mucha gente que decide no formar parte del rito de entrenar desnudo bajo la lluvia. En mi caso lo considero un error, creo que el entrenamiento no solo fortalece el cuerpo, si no que también fortalece el espíritu y la mente.
—Pues... Es bastante colorida, hay mucha vegetación, sobre todo cerezos. También hay bichos, sí, y cuidado con las alergias…Las casas normalmente son pequeñas, de aspecto tradicional, ¿sabes? Puertas correderas, tejados ornamentados. Creo que lo mejor es verlo, porque no soy buena describiendo cosas...
Si, uzushiogakure parecía un lugar completamente opuesto a Amegakure. No es que Amegakure fuera un lugar horrible para vivir, todo lo contrario. Leer sentado en la cama, con el sonido de la lluvia golpeando la venta, las paredes o el suelo era la mejor experiencia por la que cualquier ser vivo podría pasar. Aunque claro, yo leía libros incluso mientras caminaba bajo la lluvia.
Continuamos caminando pared arriba mientras escuchaba hablar a Eri sobre su patria y memorizaba en mi cabeza cada una de sus palabras a la par que trataba de imaginarme el lugar.
—No creo que sea tarea sencilla que llevar a alguien de una aldea a otro, por lo que tendré que conformarme con tu palabra de momento
Cuando se acabó la muralla, solo había tejado. Pero nada para colarse en el castillo. Llegados a ese punto, sentía mucha mas curiosidad por las palabras de Eri, que por el castillo en si mismo, por lo que aproveché para sentarme en el tejado, aunque con cuidado de que no se viniera abajo, como el suelo. Aunque esa podría ser una buena forma de entrar. Sin embargo, el techo pareció no ceder, y las vistas desde allí arriba eran espectaculares.
—¿De verdad tenéis gárgolas en el edificio del Kage? ¿Y las casas son metálicas y siniestras?¿Cómo es tu villa, Reiji-san?
—Si, tenemos gargolas, y cuanto más las miras, mas dudas de si están vivas o son de piedra. —Era una sensación muy extraña, aquellas estatuas de piedra parecían seguirte con la mirada allá donde fueras. —Dadas las continuas lluvias, lo mejor es que todas las casas sean de metal, las casas de medaría de estilo tradicional no aguantarían el azote de la tormenta. Es todo bastante oscuro, a excepción del distrito comercial, cuyos tenderetes están normalmente iluminados por llamativos carteles de neon.
En realidad, y aunque me tal vez me llevase horas, yo podría describirle la aldea de Amegakure con todo lujo de detalle, sin dejarme nada, como un tour guiado solo por palabras.
—Amegakure tiene cosas fantásticas, no cambiaria por nada del mundo el estar sentado junto a la ventana, leyendo un libro con la lluvia como música de fondo. Y tú, ¿Hay algo que de tu villa que no cambiarias por nada del mundo?