27/06/2018, 14:35
Descartando los mangas, Karma encontró muchos y variados libros en la estantería. Libros de aventuras, romance, fantasía, históricos… y sí, también de drama. En concreto, dejándose guiar por el título y la sinopsis, encontró tres que podían acercarse a lo que necesitaba.
El primer libro se llamaba Flor de Primavera, un romance juvenil sacudido por una terrible tragedia. El segundo, Lágrimas negras, en donde se narra la historia de una pareja que cae en el fatídico pozo de las drogas. El tercero, Hasta mi último suspiro, donde se cuenta la historia de un matrimonio y su hija pequeña, con cáncer terminal.
Hubo un cuarto, sin embargo, que le llamó la atención no por el título o su sinopsis, sino por la cubierta. De hecho, habría sido imposible que se fijase en ella por el título o contraportada, pues resultaba ilegible. Y es que la cubierta estaba negra y chamuscada, como si hubiese sobrevivido a duras penas de un incendio. A simple vista, sin embargo, parecía que las hojas de su interior se conservaban decentemente.
El primer libro se llamaba Flor de Primavera, un romance juvenil sacudido por una terrible tragedia. El segundo, Lágrimas negras, en donde se narra la historia de una pareja que cae en el fatídico pozo de las drogas. El tercero, Hasta mi último suspiro, donde se cuenta la historia de un matrimonio y su hija pequeña, con cáncer terminal.
Hubo un cuarto, sin embargo, que le llamó la atención no por el título o su sinopsis, sino por la cubierta. De hecho, habría sido imposible que se fijase en ella por el título o contraportada, pues resultaba ilegible. Y es que la cubierta estaba negra y chamuscada, como si hubiese sobrevivido a duras penas de un incendio. A simple vista, sin embargo, parecía que las hojas de su interior se conservaban decentemente.