9/09/2015, 11:41
El osado comensal replicó a su desdén con un mordaz desgano cuando preguntó su nombre. Quizás era normal olvidar el nombre de alguien que has visto sólo de pasada, sobretodo si no destacabas tanto como Kaido, pero dada la entonación del hombre-tiburón, Daruu entendió que fue a propósito. Lo que sí que le hizo arquear una ceja y temblar de pura rabia fue el puñetazo que le dio a la mesa. Sin embargo, permaneció en silencio.
Kaido señaló el menú un plato y le ordenó, porque no podría decirse de otra manera, que se trajera una bebida extra para sentarse con él y explicarle por qué el desdén con el que lo miraba. Hubo un comentario fugaz sobre un escupitajo que para nada pensaba añadir a su bebida.
—Mira, imbécil —No se cortó ni un ápice en decirlo mientras todo el local estaba atento a ellos—. Esos muebles los fabricó con sus propias manos mi difunto padre. Como vuelvas a golpear una pieza del mobiliario, te voy a meter la mano por el culo y te voy a sacar las tripas como a una vulgar sardina.
»¿¡Ha quedado claro!?
Kaido señaló el menú un plato y le ordenó, porque no podría decirse de otra manera, que se trajera una bebida extra para sentarse con él y explicarle por qué el desdén con el que lo miraba. Hubo un comentario fugaz sobre un escupitajo que para nada pensaba añadir a su bebida.
—Mira, imbécil —No se cortó ni un ápice en decirlo mientras todo el local estaba atento a ellos—. Esos muebles los fabricó con sus propias manos mi difunto padre. Como vuelvas a golpear una pieza del mobiliario, te voy a meter la mano por el culo y te voy a sacar las tripas como a una vulgar sardina.
»¿¡Ha quedado claro!?