2/07/2018, 16:22
Datsue se llevó una mano al oído, alarmado. La voz de su Hermano vibraba de urgencia, y las noticias, pese a buenas, estaban teñidas por la incertidumbre. Los había encontrado, pero la situación era alarmante.
Había encontrado los escombros tras los que se habían escondido. Había creído hallar un leve rastro de huellas. Unas pisadas, que desaparecían entre los escombros en dirección Norte. La oscuridad, el terreno de piedra y el caos que había provocado la batalla no ayudaban en su rastreo.
Tras minutos dejándose la vista, se rindió. Decidió desaparecer en el acto, transmitiendo la poca información adquirida a su original.
Los dos clones restantes habían ido más allá de las ruinas, adentrándose en el bosque. Buscando, desesperados, una aguja en un pajar. Peinaron la zona con el Sharingan brillando en su mirada, buscando cualquier luz, cualquier débil brillo de chakra que les ayudase a localizarlos.
Nada.
Pasado un tiempo, tras alejarse más y más de la zona, llegaron a la conclusión de que el viejo Iekatsu no hubiese podido recorrer semejante distancia en tan poco tiempo. No, si el anciano seguía vivo, apenas habría podido dejar las ruinas. Esa debía ser la zona en donde debían centrar su búsqueda.
Desaparecieron en un ¡pluf!, transmitiendo las malas noticias pero también sus pesquisas.
De pronto, el pecho de Datsue se hinchó. No estaba pletórico, pero había recuperado una cantidad importante de chakra en apenas un segundo.
—Te voy a decir algo que no sepas, Uchiha Datsue... Si queréis tener alguna oportunidad de detener a esa mujer, vais a necesitar otro par de manos ninja.
Datsue alzó una ceja. Tenía que darle la razón, eso sí no lo sabía. Pero, más importante, lo que no sabía el mercenario era con quién cojones estaba tratando. Él no era Uchiha Datsue. Ellos eran los Hermanos del Desierto.
—No sé si creerte. —Pero no había tiempo, y aquel mercenario, que por otro lado parecía conocerles tan bien, era el vivo reflejo de la sinceridad—. Está bien, voy a darte una oportunidad. —Le agarró del antebrazo, y plantó en él una semilla—. Voy a quitarte las esposas, y vas a encabezar la marcha. —Esto iba en contra de todo Manual del buen ninja, pero, ¿desde cuándo él lo había sido?—. Los acabamos de encontrar. Están en la sección norte de la fortaleza, junto a unas estatuas quemadas. Osa traicionarnos o poner en riesgo nuestra misión… y te juro por Shiona, en paz descanse, que eres hombre muerto, Cicatrices.
Se quitó una ganzúa de un dobladillo de los calzones, trabajó en la cerradura… y le quitó los grilletes al reo. Luego saltó hacia atrás y se hizo a un lado.
—¡Vamos! ¡Tú primero! —le apremió, mientras reactiva el Sharingan. Iba a necesitarlo.
• • •
Había encontrado los escombros tras los que se habían escondido. Había creído hallar un leve rastro de huellas. Unas pisadas, que desaparecían entre los escombros en dirección Norte. La oscuridad, el terreno de piedra y el caos que había provocado la batalla no ayudaban en su rastreo.
Tras minutos dejándose la vista, se rindió. Decidió desaparecer en el acto, transmitiendo la poca información adquirida a su original.
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Los dos clones restantes habían ido más allá de las ruinas, adentrándose en el bosque. Buscando, desesperados, una aguja en un pajar. Peinaron la zona con el Sharingan brillando en su mirada, buscando cualquier luz, cualquier débil brillo de chakra que les ayudase a localizarlos.
Nada.
Pasado un tiempo, tras alejarse más y más de la zona, llegaron a la conclusión de que el viejo Iekatsu no hubiese podido recorrer semejante distancia en tan poco tiempo. No, si el anciano seguía vivo, apenas habría podido dejar las ruinas. Esa debía ser la zona en donde debían centrar su búsqueda.
Desaparecieron en un ¡pluf!, transmitiendo las malas noticias pero también sus pesquisas.
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De pronto, el pecho de Datsue se hinchó. No estaba pletórico, pero había recuperado una cantidad importante de chakra en apenas un segundo.
—Te voy a decir algo que no sepas, Uchiha Datsue... Si queréis tener alguna oportunidad de detener a esa mujer, vais a necesitar otro par de manos ninja.
Datsue alzó una ceja. Tenía que darle la razón, eso sí no lo sabía. Pero, más importante, lo que no sabía el mercenario era con quién cojones estaba tratando. Él no era Uchiha Datsue. Ellos eran los Hermanos del Desierto.
—No sé si creerte. —Pero no había tiempo, y aquel mercenario, que por otro lado parecía conocerles tan bien, era el vivo reflejo de la sinceridad—. Está bien, voy a darte una oportunidad. —Le agarró del antebrazo, y plantó en él una semilla—. Voy a quitarte las esposas, y vas a encabezar la marcha. —Esto iba en contra de todo Manual del buen ninja, pero, ¿desde cuándo él lo había sido?—. Los acabamos de encontrar. Están en la sección norte de la fortaleza, junto a unas estatuas quemadas. Osa traicionarnos o poner en riesgo nuestra misión… y te juro por Shiona, en paz descanse, que eres hombre muerto, Cicatrices.
Se quitó una ganzúa de un dobladillo de los calzones, trabajó en la cerradura… y le quitó los grilletes al reo. Luego saltó hacia atrás y se hizo a un lado.
—¡Vamos! ¡Tú primero! —le apremió, mientras reactiva el Sharingan. Iba a necesitarlo.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado