3/07/2018, 02:39
Dígase una cosa acerca de Manase Mogura: que no era el tipo más conversador ni carismático, evidentemente. Su paulatina seriedad y las rutinarias formalidades que protagonizaban su forma de ser no parecían ser los aspectos más adecuados para que fuera a ser él ese alguien con el cuál se pudiera pasar un buen rato. Mogura era el tipo indicado si querías orden y rectitud. Un buen líder, quizás, para alguna misión en la que hubiera que poner más cabeza que cuerpo. En donde predominase el sentido común. No con el que te podías pegar unas buenas risas mientras te vaciabas una botella de ron.
Y en ocasiones resultaba ser un poco tedioso, y también hasta aburrido.
Pero nadie podía decir que no se esforzaba. Primero fue lo del cocodrilo, luego un par de sandeces más. Y ahora, finalmente, sacó a relucir un tema que había llegado a los oídos del tiburón de boca del propio Daruu.
Pues sí, hace un par de días. ¿Por qué? —indagó, aunque ya sabía de dónde venía esa pregunta. Al final iba a ser que Mogura era todo un cotilla. Curioso.
Y en ocasiones resultaba ser un poco tedioso, y también hasta aburrido.
Pero nadie podía decir que no se esforzaba. Primero fue lo del cocodrilo, luego un par de sandeces más. Y ahora, finalmente, sacó a relucir un tema que había llegado a los oídos del tiburón de boca del propio Daruu.
Pues sí, hace un par de días. ¿Por qué? —indagó, aunque ya sabía de dónde venía esa pregunta. Al final iba a ser que Mogura era todo un cotilla. Curioso.