3/07/2018, 17:48
El Uchiha miró de reojo a su Hermano, quien avanzaba con pasos inseguros e indecisos. Aquello le alarmó más que cualquier otra cosa. Akame y él se habían visto envueltos en decenas de reyertas y enfrentamientos a muerte, pero su Hermano siempre había mantenido la calma. Cada paso que daba le conducía a una meta clara y estudiada, como un experto al shōgi en cada movimiento de piezas que realizaba. Verlo así era…
… era como ver a un Uzukage vulnerable. Y eso, daba miedo.
Miró de nuevo a Tome, y por primera vez se fijó en lo intenso que brillaba su chakra. Más que Cicatrices. Más incluso que el suyo propio. «Pero no más que Akame…»
La lengua viperina de Tome habló, como ya lo había hecho una vez, para convencerle de que luchase contra el reo. Atacó a cada punto débil, a cada grieta de armadura que los Hermanos del Desierto habían construido sobre ellos, con una precisión enfermiza. Les ofreció agua en un desierto. Les ofreció cobijo en una noche de tormenta.
Datsue tragó saliva. Estaba sediento.
El mercenario contraatacó. Pero no con la misma contundencia. No con la misma elegancia. Datsue buscó de nuevo la mirada con su Hermano… No sabía qué hacer, y, mucho se temía, ninguna opción era la correcta. Simplemente, había una menos incorrecta que la otra.
—Yo… —se maldijo por lo que iba a decir—. Hice una promesa. —A sí mismo. A Hanabi—, cuando me dieron esta placa dorada. —No más niñerías, había dicho. No más irresponsabilidades. Se había prometido dar ejemplo. Se había prometido averiguar cómo se sentía uno al interponer los intereses de la Villa a los suyos propios. ¿Iba a abandonar su promesa en la primera piedra del camino?—. Así que, te pido, por favor…
Su Sharingan destelló en la oscuridad, y usó el Saimingan para introducir a Tome en un Genjutsu.
—¡Que dejes de intentar sabotear mi juramento! —gritó, ya dentro de la ilusión.
Era el plan estrella de los Hermanos de Desierto. Su estrategia infalible. Nunca rota, nunca frustrada. Por qué, entonces, no podía quitarse aquella sensación de que…
¿De que aquella vez no funcionaría?
… era como ver a un Uzukage vulnerable. Y eso, daba miedo.
Miró de nuevo a Tome, y por primera vez se fijó en lo intenso que brillaba su chakra. Más que Cicatrices. Más incluso que el suyo propio. «Pero no más que Akame…»
La lengua viperina de Tome habló, como ya lo había hecho una vez, para convencerle de que luchase contra el reo. Atacó a cada punto débil, a cada grieta de armadura que los Hermanos del Desierto habían construido sobre ellos, con una precisión enfermiza. Les ofreció agua en un desierto. Les ofreció cobijo en una noche de tormenta.
Datsue tragó saliva. Estaba sediento.
El mercenario contraatacó. Pero no con la misma contundencia. No con la misma elegancia. Datsue buscó de nuevo la mirada con su Hermano… No sabía qué hacer, y, mucho se temía, ninguna opción era la correcta. Simplemente, había una menos incorrecta que la otra.
—Yo… —se maldijo por lo que iba a decir—. Hice una promesa. —A sí mismo. A Hanabi—, cuando me dieron esta placa dorada. —No más niñerías, había dicho. No más irresponsabilidades. Se había prometido dar ejemplo. Se había prometido averiguar cómo se sentía uno al interponer los intereses de la Villa a los suyos propios. ¿Iba a abandonar su promesa en la primera piedra del camino?—. Así que, te pido, por favor…
Su Sharingan destelló en la oscuridad, y usó el Saimingan para introducir a Tome en un Genjutsu.
—¡Que dejes de intentar sabotear mi juramento! —gritó, ya dentro de la ilusión.
Era el plan estrella de los Hermanos de Desierto. Su estrategia infalible. Nunca rota, nunca frustrada. Por qué, entonces, no podía quitarse aquella sensación de que…
¿De que aquella vez no funcionaría?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado