5/07/2018, 16:09
—Muy bien...
Se retiró en dirección al primer piso con el mismo ritmo que había usado para llegar hasta allí. Ya abajo, Karma recuperó un semblante un poco más normal, entre distraído y alicaído, lo habitual en ella.
Tomó la bolsa que había dejado en la entrada y se la llevó hasta la cocina. Entonces se dio cuenta de que el libro que había cambiado todavía seguía en el interior de esta. «Ah, sí». Lo agarró y volvió a subir al segundo piso, a buen paso, para dejarlo sobre la mesita de noche de la señora Yoshikawa, donde en su momento había estado El Ninja Sabio.
Con eso rematado, circuló, una vez más, hasta la cocina. Sacó la compra y, debido a que no sabía dónde debía guardar cada cosa, lo dejó todo sobre la encimera, ordenado.
Entonces se puso a cocinar. Dado que no quería comer más de lo necesario por educación, Karma se decidió a preparar una cena frugal. Un bol de arroz y una sopa de verduras sería suficiente. Procuró lo que necesitaba con facilidad gracias a las indicaciones de la jōnin y empezó.
La cena estaba lista.
Puso las dos parejas de boles sobre la mesa baja central del salón, una frente a la otra. Humeaban con energía. La kunoichi también puso una botella de agua y un par de vasos.
Se colocó frente a las escaleras y gritó:
—¡Ringo-san, a cenar!
Se retiró en dirección al primer piso con el mismo ritmo que había usado para llegar hasta allí. Ya abajo, Karma recuperó un semblante un poco más normal, entre distraído y alicaído, lo habitual en ella.
Tomó la bolsa que había dejado en la entrada y se la llevó hasta la cocina. Entonces se dio cuenta de que el libro que había cambiado todavía seguía en el interior de esta. «Ah, sí». Lo agarró y volvió a subir al segundo piso, a buen paso, para dejarlo sobre la mesita de noche de la señora Yoshikawa, donde en su momento había estado El Ninja Sabio.
Con eso rematado, circuló, una vez más, hasta la cocina. Sacó la compra y, debido a que no sabía dónde debía guardar cada cosa, lo dejó todo sobre la encimera, ordenado.
Entonces se puso a cocinar. Dado que no quería comer más de lo necesario por educación, Karma se decidió a preparar una cena frugal. Un bol de arroz y una sopa de verduras sería suficiente. Procuró lo que necesitaba con facilidad gracias a las indicaciones de la jōnin y empezó.
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La cena estaba lista.
Puso las dos parejas de boles sobre la mesa baja central del salón, una frente a la otra. Humeaban con energía. La kunoichi también puso una botella de agua y un par de vasos.
Se colocó frente a las escaleras y gritó:
—¡Ringo-san, a cenar!