11/07/2018, 00:05
Ringo pasó, curioso, a la vivienda de la kunoichi. Se había propuesto jugar a un juego. Él solo, de forma mental, que consistía en deducir aspectos de Karma por la casa en la que vivía. Como si fuese un espía que necesitase extraer la máxima información posible de un objetivo.
Dos puertas a la izquierda. Uno a la derecha. Un armario al fondo del corredor. Sus ojos se clavaron en el genkan. ¿Había zapatos? ¿De qué tipo? ¿Cuántos?
Luego, cuando llegó al salón, sacó su primera conclusión. Tan solo había dos zafus junto a la mesa. Eso quería decir que vivía con la madre, el padre, o sola. Pero no con ambos progenitores. De lo contrario, habría mínimo tres.
Ringo asintió cuando Karma le anunció que se iba a ausentar por un momento, y no tardó ni un segundo en salir corriendo hacia el mueble empotrado que había a la derecha del salón. Ávido, abrió sus puertas, en busca de más información.
Dos puertas a la izquierda. Uno a la derecha. Un armario al fondo del corredor. Sus ojos se clavaron en el genkan. ¿Había zapatos? ¿De qué tipo? ¿Cuántos?
Luego, cuando llegó al salón, sacó su primera conclusión. Tan solo había dos zafus junto a la mesa. Eso quería decir que vivía con la madre, el padre, o sola. Pero no con ambos progenitores. De lo contrario, habría mínimo tres.
Ringo asintió cuando Karma le anunció que se iba a ausentar por un momento, y no tardó ni un segundo en salir corriendo hacia el mueble empotrado que había a la derecha del salón. Ávido, abrió sus puertas, en busca de más información.