10/09/2015, 00:25
(Última modificación: 10/09/2015, 00:25 por Umikiba Kaido.)
El tiburón era perfectamente consciente de lo conflictivo que era tener su personalidad. Y aunque lo tenía muy en cuenta, parecía no importarle en lo absoluto los problemas que pudiera traerle estas costumbres. Porque no era sólo una grosera forma de dirigirse a los demás sino también una permanente mirada invasiva y amenazante que buscaba amedrentar a todo el que se atreviera a corresponderla. Incluso también aquella postura de chulo "soy mejor que tú porque me sale de los huevos" parecía completar un panorama de un joven que parecía no temerle a nada ni a nadie, aunque las circunstancias culminaran con el mensaje de que había cosas a las que él no podría enfrentarse o situaciones que no podría controlar.
Pero así era él, reacio y testarudo. Porque tonto no era, ya se había ganado unos cuantos problemas que tuvieron que ser resueltos por otros. Y a pesar de tales experiencias, no parecía dispuesto a cambiar. Reflejo de una infancia carente de afecto y repleta de enfrentamientos. Batalla, estrategia y adoctrinamiento. La vida de shinobi en toda regla, aunque con la ausencia de las vicisitudes humanas más importantes conocidas por el hombre.
¿Qué más se podía esperar de él?
No obstante, en ese instante todo estaba resultando muy extraño. El tiburón se había dirigido despectivamente a Daruu, expedía de su asiento aires de superioridad y sin duda alguna le estaba subestimando. Un sin fin de atrevimientos que sin duda terminarían sacando a alguien de sus casillas.
Y sin embargo...
─Joder, ¿es en serio? ─comentó tras una sonora carcajada─. de toda la mierda que te he dicho, ¿lo que te molesta es que golpee una puta mesa?...
Kaido apoyó sus brazos sobre la mesa, volvió a esgrimar su sonrisa y preparó nuevamente su arremetida.
─Que sensible eres, Daruu-chan.
Pero así era él, reacio y testarudo. Porque tonto no era, ya se había ganado unos cuantos problemas que tuvieron que ser resueltos por otros. Y a pesar de tales experiencias, no parecía dispuesto a cambiar. Reflejo de una infancia carente de afecto y repleta de enfrentamientos. Batalla, estrategia y adoctrinamiento. La vida de shinobi en toda regla, aunque con la ausencia de las vicisitudes humanas más importantes conocidas por el hombre.
¿Qué más se podía esperar de él?
No obstante, en ese instante todo estaba resultando muy extraño. El tiburón se había dirigido despectivamente a Daruu, expedía de su asiento aires de superioridad y sin duda alguna le estaba subestimando. Un sin fin de atrevimientos que sin duda terminarían sacando a alguien de sus casillas.
Y sin embargo...
─Joder, ¿es en serio? ─comentó tras una sonora carcajada─. de toda la mierda que te he dicho, ¿lo que te molesta es que golpee una puta mesa?...
Kaido apoyó sus brazos sobre la mesa, volvió a esgrimar su sonrisa y preparó nuevamente su arremetida.
─Que sensible eres, Daruu-chan.