13/07/2018, 11:31
—Si, lo he pensado alguna vez, pero jamás he tenido la oportunidad de acercarme a comprobarlo, y si de verdad tienen cámaras de vigilancia, lo cual es bastante probable, estoy seguro de que tiraran al que se acerque a ellas desde lo mas alto del edificio de la Arashikage. Y yo de momento no se volar.
Su mente no pudo evitar imaginarse a un par de gárgolas bajando desde un edificio muy alto a toda velocidad para alcanzar a un maleante, por eso se estremeció ante la imagen. No sabía por qué, pero sentía que Amegakure era un lugar con cierto aire tétrico: lluvia, metal, gárgolas...
—Si algún día voy a Amegakure, me mantendré alejada de las gárgolas —aseguró la kunoichi frunciendo levemente la nariz.
—¿Crees en el destino? ¿Crees que el destino puede odiar a una persona? Últimamente parece que algún dios me haya mirado con su ojo malo, he viajado de sitio a sitio en busca de algún misterio sin resolver, a ruináis antiguas en busca de conocimiento del pasado, y todo lo que he encontrado ha sido nada. Por lo menos tú has sido simpática conmigo… la gente de Kusagakure…
Ella lo sopesó unos segundos, llevándose el dedo índice al mentón.
—Quizá ha sido mala suerte, Reiji-san —intentó animar ella —. Puede que haya sido una racha de mala suerte, y que la próxima vez sea todo lo contrario, ¿sabes? ¡No hay que desistir! —animó —. Y sobre la gente de Kusagakure... Bueno, no sé si conociste a algún Juro, pero solo le conozco a él y parece ser buena persona... Así que no sé qué decirte.
Le sonrió.
—Me alegro de que al menos aquí nos hubiéramos encontrado —se sinceró la kunoichi —. No encontramos lo que buscamos al principio, pero creo que encontramos algo mejor.
Su mente no pudo evitar imaginarse a un par de gárgolas bajando desde un edificio muy alto a toda velocidad para alcanzar a un maleante, por eso se estremeció ante la imagen. No sabía por qué, pero sentía que Amegakure era un lugar con cierto aire tétrico: lluvia, metal, gárgolas...
—Si algún día voy a Amegakure, me mantendré alejada de las gárgolas —aseguró la kunoichi frunciendo levemente la nariz.
—¿Crees en el destino? ¿Crees que el destino puede odiar a una persona? Últimamente parece que algún dios me haya mirado con su ojo malo, he viajado de sitio a sitio en busca de algún misterio sin resolver, a ruináis antiguas en busca de conocimiento del pasado, y todo lo que he encontrado ha sido nada. Por lo menos tú has sido simpática conmigo… la gente de Kusagakure…
Ella lo sopesó unos segundos, llevándose el dedo índice al mentón.
—Quizá ha sido mala suerte, Reiji-san —intentó animar ella —. Puede que haya sido una racha de mala suerte, y que la próxima vez sea todo lo contrario, ¿sabes? ¡No hay que desistir! —animó —. Y sobre la gente de Kusagakure... Bueno, no sé si conociste a algún Juro, pero solo le conozco a él y parece ser buena persona... Así que no sé qué decirte.
Le sonrió.
—Me alegro de que al menos aquí nos hubiéramos encontrado —se sinceró la kunoichi —. No encontramos lo que buscamos al principio, pero creo que encontramos algo mejor.