14/07/2018, 15:23
Y así, los minutos fueron pasando, y con ellos las horas.
Ringo tenía unos hábitos estrictos y militares —que, de haber tenido en el estudio, otro gallo le hubiese cantado—. Diez minutos boca arriba, otros diez boca abajo, y un chapuzón. Luego, tras secarse, a aplicarse crema otra vez. El ritual se repetía, y así una y otra vez.
Al mediodía, convenció a Karma para ir a un chiringuito a pie de playa y comprarse unos granizados —al menos para él—. Más tarde, de vuelta en la toalla, echaron una partida a las cartas. Ringo, como era un caballero, dejó ganar a Karma en la mayoría de las ocasiones. O eso decía él.
Pasado el mediodía, y tras un último chapuzón donde Ringo convenció a Karma para echarse unas carreras nadando, ambos sintieron un gran sopor y se quedaron dormidos. Por suerte, Ringo había tenido razón en una cosa: la crema era de calidad. Apenas tendrían la piel ligeramente enrojecida.
Decidieron poner punto y final a su día en la playa, y tras recoger las cosas emprendieron rumbo de vuelta a casa.
—Ojalá todos los días fueran así, ¿verdad? —diría Ringo a medio camino—. Sin preocupaciones, ni estrés… Dime, ¿por qué decidiste desechar esta vida por una donde la muerte aguarda en cada esquina? ¿Por qué te convertiste en ninja?
Ringo tenía unos hábitos estrictos y militares —que, de haber tenido en el estudio, otro gallo le hubiese cantado—. Diez minutos boca arriba, otros diez boca abajo, y un chapuzón. Luego, tras secarse, a aplicarse crema otra vez. El ritual se repetía, y así una y otra vez.
Al mediodía, convenció a Karma para ir a un chiringuito a pie de playa y comprarse unos granizados —al menos para él—. Más tarde, de vuelta en la toalla, echaron una partida a las cartas. Ringo, como era un caballero, dejó ganar a Karma en la mayoría de las ocasiones. O eso decía él.
Pasado el mediodía, y tras un último chapuzón donde Ringo convenció a Karma para echarse unas carreras nadando, ambos sintieron un gran sopor y se quedaron dormidos. Por suerte, Ringo había tenido razón en una cosa: la crema era de calidad. Apenas tendrían la piel ligeramente enrojecida.
Decidieron poner punto y final a su día en la playa, y tras recoger las cosas emprendieron rumbo de vuelta a casa.
—Ojalá todos los días fueran así, ¿verdad? —diría Ringo a medio camino—. Sin preocupaciones, ni estrés… Dime, ¿por qué decidiste desechar esta vida por una donde la muerte aguarda en cada esquina? ¿Por qué te convertiste en ninja?