14/07/2018, 23:04
—Quizá ha sido mala suerte, Reiji-san. Puede que haya sido una racha de mala suerte, y que la próxima vez sea todo lo contrario, ¿sabes? ¡No hay que desistir!
Quizás, pero la vida rara vez funcionaba de esa forma. No es que yo me rindiera ni nada por el estilo, yo siempre había continuado hacia delante pese a todas las adversidades, de hecho, me gustaba que las cosas no fueran fáciles. Pero había cosas que uno no podía controlar fuese lo listo que fuese o fuese lo fuerte que fuese. Y una de ellas era la suerte.
—Dicen que después de la tormenta llega la calma, pero llevo años y años viendo una tormenta que no cesa… es lo que tiene vivir en Amegakure, supongo.— Bromeé.
—Y sobre la gente de Kusagakure... Bueno, no sé si conociste a algún Juro, pero solo le conozco a él y parece ser buena persona... Así que no sé qué decirte.
—Conocí a tres de ellos durante mi viaje. La primera fue una chica que se llamaba Ritsuko, era invierno y la nieve cubría el país del bosque, coincidí con ella en una posada y me pareció alguien interesante, por lo que intenté entablar conversación con ella e invitarla a un té caliente. La chica solo me contestaba con monosílabos y luego salió corriendo como si yo hubiera hecho algo malo. La gente del sitio empezó a mirarme mal y me sentí realmente incomodo, solo quería charlar sobre sus tierras como he hecho contigo… los otros dos que conocí después no fueron mucho mejores…
Y todavía odia a Ritsuko. Yo, estúpido de mí, me había atrevido a intentar hablar con una chica de la forma mas normal posible. Vale que la chica me había atraído de muchas maneras, pero yo no había perdido mi autocontrol, y era verdad que solo quería charlar con ella y conocerla. Si volvía a encontrármela…
—Me alegro de que al menos aquí nos hubiéramos encontrado. No encontramos lo que buscamos al principio, pero creo que encontramos algo mejor.
—Si, yo también me alegro, hubiese estado bien poder entrar y ver si eran ciertas las historias y los misterios que había en los libros sobre este lugar, pero la verla es que charlar contigo sobre cosas intrascendentales y aprender sobre tu país y tu hogar ha sido bastante entretenido.
Si me hubiese aburrido, hacía rato que me hubiese marchado. No seria la primera vez que me largaba decepcionado de unas ruinas antiguas.
Quizás, pero la vida rara vez funcionaba de esa forma. No es que yo me rindiera ni nada por el estilo, yo siempre había continuado hacia delante pese a todas las adversidades, de hecho, me gustaba que las cosas no fueran fáciles. Pero había cosas que uno no podía controlar fuese lo listo que fuese o fuese lo fuerte que fuese. Y una de ellas era la suerte.
—Dicen que después de la tormenta llega la calma, pero llevo años y años viendo una tormenta que no cesa… es lo que tiene vivir en Amegakure, supongo.— Bromeé.
—Y sobre la gente de Kusagakure... Bueno, no sé si conociste a algún Juro, pero solo le conozco a él y parece ser buena persona... Así que no sé qué decirte.
—Conocí a tres de ellos durante mi viaje. La primera fue una chica que se llamaba Ritsuko, era invierno y la nieve cubría el país del bosque, coincidí con ella en una posada y me pareció alguien interesante, por lo que intenté entablar conversación con ella e invitarla a un té caliente. La chica solo me contestaba con monosílabos y luego salió corriendo como si yo hubiera hecho algo malo. La gente del sitio empezó a mirarme mal y me sentí realmente incomodo, solo quería charlar sobre sus tierras como he hecho contigo… los otros dos que conocí después no fueron mucho mejores…
Y todavía odia a Ritsuko. Yo, estúpido de mí, me había atrevido a intentar hablar con una chica de la forma mas normal posible. Vale que la chica me había atraído de muchas maneras, pero yo no había perdido mi autocontrol, y era verdad que solo quería charlar con ella y conocerla. Si volvía a encontrármela…
—Me alegro de que al menos aquí nos hubiéramos encontrado. No encontramos lo que buscamos al principio, pero creo que encontramos algo mejor.
—Si, yo también me alegro, hubiese estado bien poder entrar y ver si eran ciertas las historias y los misterios que había en los libros sobre este lugar, pero la verla es que charlar contigo sobre cosas intrascendentales y aprender sobre tu país y tu hogar ha sido bastante entretenido.
Si me hubiese aburrido, hacía rato que me hubiese marchado. No seria la primera vez que me largaba decepcionado de unas ruinas antiguas.