15/07/2018, 17:14
—Dicen que después de la tormenta llega la calma, pero llevo años y años viendo una tormenta que no cesa… es lo que tiene vivir en Amegakure, supongo.
Sabía que estaba bromeando ya que Amegakure estaba en el País de la Tormenta, pero aún así sintió lástima por él. Le dedicó una pequeña sonrisa, pero no supo qué decir a ello. Sin embargo, la conversación viró hacia los residentes de Kusagakure, por lo que ahí tenía más terreno.
—Conocí a tres de ellos durante mi viaje. La primera fue una chica que se llamaba Ritsuko, era invierno y la nieve cubría el país del bosque, coincidí con ella en una posada y me pareció alguien interesante, por lo que intenté entablar conversación con ella e invitarla a un té caliente. La chica solo me contestaba con monosílabos y luego salió corriendo como si yo hubiera hecho algo malo. La gente del sitio empezó a mirarme mal y me sentí realmente incomodo, solo quería charlar sobre sus tierras como he hecho contigo… los otros dos que conocí después no fueron mucho mejores…
—Vaya... —murmuró, con el ceño ligeramente fruncido —. La verdad es que hay gente algo extraña por el mundo, es decir, no sé, tu vas con tus mejores intenciones pero aún así te cortan, se van y te dejan con la palabra en la boca, la verdad es que no me parecen buenos modales... —sentenció la pelirroja, cruzándose de brazos —. Eso es porque no supieron valorar tu compañía.
Reiji le confesó que también se alegraba de haberse encontrado, y aunque no habían logrado descubrir nada de aquellas ruinas, habían podido cultivarse mientras hablaban el uno con el otro, por lo que no pudo evitar sonreír.
—Creo que nos ha venido bien, así yo conozco un poco más de Amegakure y tú de Uzushiogakure, ya que es poco probable que vayamos a la aldea del otro —se sinceró ella —. Ya habrá más oportunidades de investigar lugares extraños.
Aunque quizá iba siendo hora de partir.
Sabía que estaba bromeando ya que Amegakure estaba en el País de la Tormenta, pero aún así sintió lástima por él. Le dedicó una pequeña sonrisa, pero no supo qué decir a ello. Sin embargo, la conversación viró hacia los residentes de Kusagakure, por lo que ahí tenía más terreno.
—Conocí a tres de ellos durante mi viaje. La primera fue una chica que se llamaba Ritsuko, era invierno y la nieve cubría el país del bosque, coincidí con ella en una posada y me pareció alguien interesante, por lo que intenté entablar conversación con ella e invitarla a un té caliente. La chica solo me contestaba con monosílabos y luego salió corriendo como si yo hubiera hecho algo malo. La gente del sitio empezó a mirarme mal y me sentí realmente incomodo, solo quería charlar sobre sus tierras como he hecho contigo… los otros dos que conocí después no fueron mucho mejores…
—Vaya... —murmuró, con el ceño ligeramente fruncido —. La verdad es que hay gente algo extraña por el mundo, es decir, no sé, tu vas con tus mejores intenciones pero aún así te cortan, se van y te dejan con la palabra en la boca, la verdad es que no me parecen buenos modales... —sentenció la pelirroja, cruzándose de brazos —. Eso es porque no supieron valorar tu compañía.
Reiji le confesó que también se alegraba de haberse encontrado, y aunque no habían logrado descubrir nada de aquellas ruinas, habían podido cultivarse mientras hablaban el uno con el otro, por lo que no pudo evitar sonreír.
—Creo que nos ha venido bien, así yo conozco un poco más de Amegakure y tú de Uzushiogakure, ya que es poco probable que vayamos a la aldea del otro —se sinceró ella —. Ya habrá más oportunidades de investigar lugares extraños.
Aunque quizá iba siendo hora de partir.