15/07/2018, 21:12
El joven jōnin permaneció en su sitio, sin inmutarse, mientras sus ojos no perdían detalle alguno de la noble paliza que se estaba sucediendo a unas cuantas decenas de pasos más allá. La sicaria golpeaba con extremada saña al pobre pescador, que no podía más que tratar de cubrirse la cabeza y el vientre con manos y piernas respectivamente, y de vez en cuando pedir clemencia entre sollozos ahogados por las patadas de su agresora.
Reika no parecía dispuesta a intervenir, de modo que Akame optó por la prudencia. Al fin y al cabo, estaban en Arashi no Kuni; si alguien debía tomar la iniciativa era la kunoichi bajo cuya jurisdicción estaba Colapescado.
Cuando la mujer terminó de peinarle el lomo al pescador, tanto ella como su compañera dijeron algunas palabras —que los ninjas no pudieron escuchar pero que de seguro no eran agradables— al resto de los hombres allí congregados y se marcharon. Al pasar junto a los shinobi se les agrió el rostro, y una de ellas pareció a punto de decirles algo; pero la otra la disuadió, de forma similar a como había hecho en el puesto de Yemi Sin Yemas, de modo que acabaron por pasar de largo.
—Hum, quizás deberíamos comprobar el estado de ese hombre —sugirió Akame a su compañera, para luego acercarse al grupo de pescadores.
Los hombres en principio no les prestaron demasiada atención, ocupados como estaban en ayudar a su compañero malherido y discutir airadamente sobre lo que acababa de suceder. Sin embargo, cuando los ninjas estuvieron suficientemente cerca, varios pescadores se percataron de su presencia.
—¡Shinobi-dono! ¡Kunoichi-san! —exclamó uno, visiblemente alterado—. ¿Han visto lo que acaba de suceder aquí? ¡Tienen que hacer algo, por Ame no Kami! Miren cómo han dejado esas dos brutas al pobre Shinosuke-san.
Sin embargo, otro salió al paso rápidamente.
—¡No! Olvídenlo, aquí no ha pasado nada. Ha sido sólo una pelea... No hay de qué preocuparse —aseguró, mas su voz se notaba poco convencida. Parecía asustado—. ¡No hay nada que ver!
El que había hablado primero se revolvió, ofendido.
—¡Hisao-san, con el debido respeto, esta situación no puede continuar!
Pronto los demás pescadores se sumaron a la conversación, entre griterío y malas caras; unos apoyaban la postura de pedir ayuda a los ninjas del primer hombre, y otros parecían estar de acuerdo con el llamado Hisao.
Reika no parecía dispuesta a intervenir, de modo que Akame optó por la prudencia. Al fin y al cabo, estaban en Arashi no Kuni; si alguien debía tomar la iniciativa era la kunoichi bajo cuya jurisdicción estaba Colapescado.
Cuando la mujer terminó de peinarle el lomo al pescador, tanto ella como su compañera dijeron algunas palabras —que los ninjas no pudieron escuchar pero que de seguro no eran agradables— al resto de los hombres allí congregados y se marcharon. Al pasar junto a los shinobi se les agrió el rostro, y una de ellas pareció a punto de decirles algo; pero la otra la disuadió, de forma similar a como había hecho en el puesto de Yemi Sin Yemas, de modo que acabaron por pasar de largo.
—Hum, quizás deberíamos comprobar el estado de ese hombre —sugirió Akame a su compañera, para luego acercarse al grupo de pescadores.
Los hombres en principio no les prestaron demasiada atención, ocupados como estaban en ayudar a su compañero malherido y discutir airadamente sobre lo que acababa de suceder. Sin embargo, cuando los ninjas estuvieron suficientemente cerca, varios pescadores se percataron de su presencia.
—¡Shinobi-dono! ¡Kunoichi-san! —exclamó uno, visiblemente alterado—. ¿Han visto lo que acaba de suceder aquí? ¡Tienen que hacer algo, por Ame no Kami! Miren cómo han dejado esas dos brutas al pobre Shinosuke-san.
Sin embargo, otro salió al paso rápidamente.
—¡No! Olvídenlo, aquí no ha pasado nada. Ha sido sólo una pelea... No hay de qué preocuparse —aseguró, mas su voz se notaba poco convencida. Parecía asustado—. ¡No hay nada que ver!
El que había hablado primero se revolvió, ofendido.
—¡Hisao-san, con el debido respeto, esta situación no puede continuar!
Pronto los demás pescadores se sumaron a la conversación, entre griterío y malas caras; unos apoyaban la postura de pedir ayuda a los ninjas del primer hombre, y otros parecían estar de acuerdo con el llamado Hisao.