19/07/2018, 19:28
(Última modificación: 19/07/2018, 19:28 por Uchiha Akame.)
Kaguya Hida, ya libre del influjo del Fuuinjutsu que Datsue le había puesto, soltó una risotada sarcástica.
—Buena suerte si pretendes que este rapaz te explique algo de lo que está ocurriendo —Akame apretó los dientes y las esposas de chakra al unísono, arrancándole un leve quejido al mercenario—. Lleva casi un año dándome por culo y aun así no tiene ni idea de dónde se está metiendo.
El aludido le propinó una señora patada en las costillas que hizo caer al suelo a Hida.
—Sé lo suficiente como para asegurar que trabajas para gente poderosa, gente que anda buscando ciertos artefactos relacionados con un símbolo muy antiguo llamado Uróboros —replicó, casi escupiendo las palabras—. El shamisen mágico de Rokuro Hei, la Isla Monotonía, la mansión de Ichiban, el Templo de Uróboros... Todo está relacionado con vosotros, y pienso llegar hasta el fondo de este asunto. Así que empieza a cant...
Alguno de los elementos que enumeró Akame sí que había hecho alzar las cejas al mercenario, pero antes de que pudiese replicar las voces lejanas de los guardias llegaron hasta ellos. Datsue pidió silencio mientras se transformaba en una réplica de Toritaka Iekatsu.
—Hay que esconder el cadáver —apuntó Akame, soltando a Hida y acercándose al cuerpo sin vida de Iekatsu—. Es demasiado arriesgado, compadre. Este maldito nos va a delatar —agregó, refiriéndose al mercenario.
Entonces las últimas imágenes de su maestra con el señor le vinieron a la mente, y Akame entendió lo que debían hacer. Apresuradamente recogió la wakizashi del noble y se la clavó en el estómago, asegurándose de moverla luego para abrir una buena incisión. Luego empuñó la katana que Iekatsu le había dado a Tome y la dejó junto al cuerpo sin vida de éste último.
—Iekatsu estaba a punto de cometer seppuku —explicó—. Con un poco de suerte, los guardias creerán que lo ha conseguido y que nosotros le ayudamos —luego lanzó una mirada al Kaguya, indefenso—. Pero antes... Tenemos que hacer algo con este hijo de puta.
—Buena suerte si pretendes que este rapaz te explique algo de lo que está ocurriendo —Akame apretó los dientes y las esposas de chakra al unísono, arrancándole un leve quejido al mercenario—. Lleva casi un año dándome por culo y aun así no tiene ni idea de dónde se está metiendo.
El aludido le propinó una señora patada en las costillas que hizo caer al suelo a Hida.
—Sé lo suficiente como para asegurar que trabajas para gente poderosa, gente que anda buscando ciertos artefactos relacionados con un símbolo muy antiguo llamado Uróboros —replicó, casi escupiendo las palabras—. El shamisen mágico de Rokuro Hei, la Isla Monotonía, la mansión de Ichiban, el Templo de Uróboros... Todo está relacionado con vosotros, y pienso llegar hasta el fondo de este asunto. Así que empieza a cant...
Alguno de los elementos que enumeró Akame sí que había hecho alzar las cejas al mercenario, pero antes de que pudiese replicar las voces lejanas de los guardias llegaron hasta ellos. Datsue pidió silencio mientras se transformaba en una réplica de Toritaka Iekatsu.
—Hay que esconder el cadáver —apuntó Akame, soltando a Hida y acercándose al cuerpo sin vida de Iekatsu—. Es demasiado arriesgado, compadre. Este maldito nos va a delatar —agregó, refiriéndose al mercenario.
Entonces las últimas imágenes de su maestra con el señor le vinieron a la mente, y Akame entendió lo que debían hacer. Apresuradamente recogió la wakizashi del noble y se la clavó en el estómago, asegurándose de moverla luego para abrir una buena incisión. Luego empuñó la katana que Iekatsu le había dado a Tome y la dejó junto al cuerpo sin vida de éste último.
—Iekatsu estaba a punto de cometer seppuku —explicó—. Con un poco de suerte, los guardias creerán que lo ha conseguido y que nosotros le ayudamos —luego lanzó una mirada al Kaguya, indefenso—. Pero antes... Tenemos que hacer algo con este hijo de puta.