19/07/2018, 23:11
Tanto el que parecía llevar la voz cantante como los otros tres guardias de élite de la familia Toritaka escucharon con atención las explicaciones que les ofrecía Datsue. Cuando terminó, todos parecían bastante convencidos, a excepción de...
—No se preocupe por la dama Tome, Datsue-dono —replicó el primero de los soldados—. Ella estaba personalmente muy unida a Iekatsu-sama, en paz descanse, pero sus hijos... No le tienen tanto aprecio.
Aquel tipo hablaba con seguridad y convicción, como si la versión de los hechos que Datsue le había ofrecido encajase perfectamente en sus esquemas y no tuviese motivos para cuestionarla. Así, le indicó con un movimiento de su cabeza a sus hombres que se llevaran el cuerpo inconsciente de Hida. Akame tensó los puños.
—Deberían dejar que nosotros nos hiciéramos cargo del prisionero —intervino el mayor de los Uchiha.
El robusto guardia se cruzó de brazos.
—Este hombre está acusado de intentar atentar contra la vida de un miembro de la familia Toritaka —recitó, como si lo estuviese leyendo en un pergamino—. Su custodia corresponde, por tanto, a la guardia personal del señor. Llévenselo, muchachos.
«No puede ser, no puede ser, no puede ser... ¡No puede ser!»
Akame sintió grandes deseos de liarse a golpes con los guardias, pero tuvo que contenerse ante la aplastante evidencia de que no sería buena idea.
—Mire, yo... Yo lo entiendo, de verdad que sí. Pero es que ustedes no... No saben de lo que este hombre es capaz. Es un tipo muy peligroso, un ninja renegado. Tenemos que ser nosotros quienes le vigilemos.
Ante las palabras del jōnin, el guardia guardó un momento de silencio y luego respondió, señalando a los grilletes que ataban las dos muñecas del mercenario.
—Está esposado, ¿no? Además de inconsciente —agregó, visiblemente poco convencido—. Lo siento, shinobi-dono, pero en este caso no hay discusión posible. Este hombre debe ser sometido a la justicia del legítimo heredero de Iekatsu-sama.
Mientras, dos de los guardias ya habían levantado en peso —sin aparente esfuerzo— el cuerpo inconsciente de Hida, y el tercero estaba requisándole todas sus pertenencias.
—No se preocupe por la dama Tome, Datsue-dono —replicó el primero de los soldados—. Ella estaba personalmente muy unida a Iekatsu-sama, en paz descanse, pero sus hijos... No le tienen tanto aprecio.
Aquel tipo hablaba con seguridad y convicción, como si la versión de los hechos que Datsue le había ofrecido encajase perfectamente en sus esquemas y no tuviese motivos para cuestionarla. Así, le indicó con un movimiento de su cabeza a sus hombres que se llevaran el cuerpo inconsciente de Hida. Akame tensó los puños.
—Deberían dejar que nosotros nos hiciéramos cargo del prisionero —intervino el mayor de los Uchiha.
El robusto guardia se cruzó de brazos.
—Este hombre está acusado de intentar atentar contra la vida de un miembro de la familia Toritaka —recitó, como si lo estuviese leyendo en un pergamino—. Su custodia corresponde, por tanto, a la guardia personal del señor. Llévenselo, muchachos.
«No puede ser, no puede ser, no puede ser... ¡No puede ser!»
Akame sintió grandes deseos de liarse a golpes con los guardias, pero tuvo que contenerse ante la aplastante evidencia de que no sería buena idea.
—Mire, yo... Yo lo entiendo, de verdad que sí. Pero es que ustedes no... No saben de lo que este hombre es capaz. Es un tipo muy peligroso, un ninja renegado. Tenemos que ser nosotros quienes le vigilemos.
Ante las palabras del jōnin, el guardia guardó un momento de silencio y luego respondió, señalando a los grilletes que ataban las dos muñecas del mercenario.
—Está esposado, ¿no? Además de inconsciente —agregó, visiblemente poco convencido—. Lo siento, shinobi-dono, pero en este caso no hay discusión posible. Este hombre debe ser sometido a la justicia del legítimo heredero de Iekatsu-sama.
Mientras, dos de los guardias ya habían levantado en peso —sin aparente esfuerzo— el cuerpo inconsciente de Hida, y el tercero estaba requisándole todas sus pertenencias.