22/07/2018, 12:29
—No estoy seguro, creo que mas bien la gente de Kusagakure es rara, y que tu amigo es la excepción que confirma la regla.
Podría ser, la verdad es que Juro era un cacho de pan, no parecía malvado y a parte de brindarle una compañía más que satisfactoria, fue amable y agradable desde el primer momento. Pero claro, no podía judgar una villa por solo uno de sus habitantes, así que tendría que darle la razón a Reiji.
Sin embargo ya comenzaba a hacerse tarde y ellos tendrían que partir si querían llegar a algún sitio antes que la noche cayese sobre sus hombros. Reiji concordó con ella y se levantó lentamente, tendiéndole una mano a la kunoichi para ayudarla a levantarse. Ella la aceptó, volviendo a incorporarse.
—Pero no tan interesantes como un castillo del que se dice en algunos libros que el trono esta construido con los huesos de los esclavos que levantaron sus paredes, y que están unidos con una masilla que se hizo con su sangre. Yo soy del tipo de personas escépticas que no se creen esas cosas, tal vez mi curiosidad se deba a las ganas que tengo de estropearle el cuento de terror a alguien.
Aquello le provocó un ligero repelús, ¿de verdad sería eso cierto? Esperó que Reiji, de nuevo, tuviera razón, ¿qué clase de rey o gobernador haría eso? Era realmente grotesco...
—La verdad es que no tengo ni idea, pero un poco de repelús sí que me da —se sinceró ella, comenzando a descender por donde habían subido, poco a poco y sin caerse o hacer que la roca cediese —. Pero creo que hoy no es el día para descubrirlo, aunque voto porque sea un cuento para niños, más que otra cosa...
Y tal y como habían subido, ambos volvieron a tierra firme.
—Creo que aquí es donde nuestro encuentro llega a su fin —comentó la joven, alejándose un poco del castillo para poder despedirse de forma más cómoda —. Espero que volvamos a vernos, Reiji-kun.
Le tendió la mano.
Podría ser, la verdad es que Juro era un cacho de pan, no parecía malvado y a parte de brindarle una compañía más que satisfactoria, fue amable y agradable desde el primer momento. Pero claro, no podía judgar una villa por solo uno de sus habitantes, así que tendría que darle la razón a Reiji.
Sin embargo ya comenzaba a hacerse tarde y ellos tendrían que partir si querían llegar a algún sitio antes que la noche cayese sobre sus hombros. Reiji concordó con ella y se levantó lentamente, tendiéndole una mano a la kunoichi para ayudarla a levantarse. Ella la aceptó, volviendo a incorporarse.
—Pero no tan interesantes como un castillo del que se dice en algunos libros que el trono esta construido con los huesos de los esclavos que levantaron sus paredes, y que están unidos con una masilla que se hizo con su sangre. Yo soy del tipo de personas escépticas que no se creen esas cosas, tal vez mi curiosidad se deba a las ganas que tengo de estropearle el cuento de terror a alguien.
Aquello le provocó un ligero repelús, ¿de verdad sería eso cierto? Esperó que Reiji, de nuevo, tuviera razón, ¿qué clase de rey o gobernador haría eso? Era realmente grotesco...
—La verdad es que no tengo ni idea, pero un poco de repelús sí que me da —se sinceró ella, comenzando a descender por donde habían subido, poco a poco y sin caerse o hacer que la roca cediese —. Pero creo que hoy no es el día para descubrirlo, aunque voto porque sea un cuento para niños, más que otra cosa...
Y tal y como habían subido, ambos volvieron a tierra firme.
—Creo que aquí es donde nuestro encuentro llega a su fin —comentó la joven, alejándose un poco del castillo para poder despedirse de forma más cómoda —. Espero que volvamos a vernos, Reiji-kun.
Le tendió la mano.