24/07/2018, 19:23
Estaba claro que no iba a librarse de aquella mintiendo. Al lado de Datsue, él era apenas un babeante babuino que acababa de aprender a juntar dos sílabas. Akame trató de mantenerse firme, con ayuda de un par de caladas más a su cigarrillo, ante la réplica de su Hermano, pero no pudo. El discurso de Datsue fue como un alud imparable que hubiese arrasado con el pequeño, insignificante refugio de montaña de Akame. Uno en el que él, por un momento y presa de su ignorancia, se había creído seguro.
Sin embargo, todavía había algo que no le encajaba. No supo el qué, pero estaba ahí, detrás de su cabeza. Picando como un molesto insecto.
—¡No se trata de eso! —gimió el jōnin, a quien por momentos se le estaban viniendo abajo todos los esquemas. Ni en la peor pesadilla que el Ichibi hubiera sido capaz de imaginar se veía Akame en una situación semejante—. No lo entiendes, Datsue-kun, ¡es sólo que... Que...!
Volvió a fumar, y esta vez expulsó el humo con rapidez. Las manos le temblaban, y no se dio cuenta de que había empezado a andar nerviosamente en círculos hasta un momento después.
—Esa mujer... Ella... —balbuceó—. Ella era mi maestra.
Akame hundió los hombros.
—Ella me entrenó antes de llegar a Uzushiogakure, por eso se me daban tan bien la mayoría de asignaturas. Por eso yo era El Profesional... Porque partí con ventaja al resto de alumnos —no estaba mintiendo, aunque desde luego tampoco contaba toda la verdad—. Yo... Mi carrera... Mi carrera como shinobi, Datsue-kun, ha sido demasiado buena como para echarla a perder por esto. ¿Lo entiendes, no? —preguntó, implorante.
Sin embargo, todavía había algo que no le encajaba. No supo el qué, pero estaba ahí, detrás de su cabeza. Picando como un molesto insecto.
—¡No se trata de eso! —gimió el jōnin, a quien por momentos se le estaban viniendo abajo todos los esquemas. Ni en la peor pesadilla que el Ichibi hubiera sido capaz de imaginar se veía Akame en una situación semejante—. No lo entiendes, Datsue-kun, ¡es sólo que... Que...!
Volvió a fumar, y esta vez expulsó el humo con rapidez. Las manos le temblaban, y no se dio cuenta de que había empezado a andar nerviosamente en círculos hasta un momento después.
—Esa mujer... Ella... —balbuceó—. Ella era mi maestra.
Akame hundió los hombros.
—Ella me entrenó antes de llegar a Uzushiogakure, por eso se me daban tan bien la mayoría de asignaturas. Por eso yo era El Profesional... Porque partí con ventaja al resto de alumnos —no estaba mintiendo, aunque desde luego tampoco contaba toda la verdad—. Yo... Mi carrera... Mi carrera como shinobi, Datsue-kun, ha sido demasiado buena como para echarla a perder por esto. ¿Lo entiendes, no? —preguntó, implorante.