24/07/2018, 22:54
Cuando Akame escuchó lo que su compadre tenía que pedirle a cambio de su silencio —él pensaba que Datsue no tenía idea de cuán importante era en realidad—, la mandíbula casi se le cayó al suelo. Se quedó allí plantado, con el cigarrillo humeante colgando de la comisura de sus labios y los hombros abatidos.
—Me tomas el puto pelo... —murmuró.
Entonces entendió que su compañero iba en serio. «¿Qué cojones...?» El silencio se hizo en aquel camino durante unos largos momentos hasta que Akame fue capaz de procesar una respuesta adecuada. «La puta madre que me parió, ¿esto es en serio? ¿Realmente va a dejarlo así y ya está? ¡Joder, tengo que comprar un boleto para la lotería en cuanto llegue a la Aldea!»
En otro momento Akame se habría negado en redondo, pero en ese momento una simple cita —que despacharía adecuadamente en su momento— se le antojaba un trato demasiado bueno como para siquiera pensárselo dos veces.
—¡Quiero decir, claro, claro! ¡Cómo no! —se apresuró a corregir—. Ah, y esa chavala es bien guapa eh. Sí que lo es, sí. Sí. Bueno, pues, eh, eso. Cuando volvamos a la Aldea ya me la presentas como es debido, ¿eh?
Con el ánimo renovado del reo que escapa del cadalso en el último suspiro, Akame reanudó la marcha a paso ligero. Acababa de recordar lo hambriento y cansado que estaba; cuanto antes llegaran a la posada, mejor.
—Me tomas el puto pelo... —murmuró.
Entonces entendió que su compañero iba en serio. «¿Qué cojones...?» El silencio se hizo en aquel camino durante unos largos momentos hasta que Akame fue capaz de procesar una respuesta adecuada. «La puta madre que me parió, ¿esto es en serio? ¿Realmente va a dejarlo así y ya está? ¡Joder, tengo que comprar un boleto para la lotería en cuanto llegue a la Aldea!»
En otro momento Akame se habría negado en redondo, pero en ese momento una simple cita —que despacharía adecuadamente en su momento— se le antojaba un trato demasiado bueno como para siquiera pensárselo dos veces.
—¡Quiero decir, claro, claro! ¡Cómo no! —se apresuró a corregir—. Ah, y esa chavala es bien guapa eh. Sí que lo es, sí. Sí. Bueno, pues, eh, eso. Cuando volvamos a la Aldea ya me la presentas como es debido, ¿eh?
Con el ánimo renovado del reo que escapa del cadalso en el último suspiro, Akame reanudó la marcha a paso ligero. Acababa de recordar lo hambriento y cansado que estaba; cuanto antes llegaran a la posada, mejor.