11/09/2015, 15:01
(Última modificación: 11/09/2015, 15:18 por Amedama Daruu.)
Mas los únicos dioses que escuchan a los hombres cuando ocurren tamañas catástrofes son los demonios, y allí había mucho fuego. El edificio del Kage se acababa de derrumbar a apenas una manzana de allí, y una gran viga de madera había salido despedida a causa de una fortuita onda expansiva. La viga en llamas avanzó rápidamente, derrumbó las ya dañadas paredes de tierra del abuelo de Yoshimitsu y se lo llevó por delante, arrastrado como la hoja que se pega a las alas de un pájaro de dos toneladas y en llamas. El característico crac de los huesos al quebrarse se elevó por encima del sonido de los gritos, del crepitar de las llamas, y del corazón latiendo a ritmo imperceptible del pobre Yoshimitsu, que vio con todo lujo de detalles a su familiar volando en dirección contraria.
La viga pasó justo dos metros por delante de Blame, casi arrollándolo, y chocó contra otra casa que quedó derruída por completo. Quizás Yoshimitsu quisiera acercarse a ver si su abuelo estaba bien, pero sólo encontraría un brazo separado del cuerpo, y el resto de él bajo los escombros, totalmente destrozado y derramando sangre sobre madera.
Lo que estaba claro era una cosa: o salían de allí, o no durarían mucho más con vida.
Un hombre encapuchado aterrizó en medio de los dos shinobi en medio del caos. Su túnica le cubría por completo, y el juego de luces y sombras de la catástrofe impidieron apreciar los detalles de su cara, que quedaba completamente a oscuras. Pero el blanco de sus dientes sonriendo y el brillo del colgante con pedrusco rojo y el kanji "nueve" se les quedaría en la memoria a los dos Genin antes de que la figura decidiera desaparecer sin dejar rastro.
Había tenido suerte. Aquello había pasado y ni siquiera había tenido que tomarse la molestia de matar él mismo a la vigilancia. Y lo más importante, se había llevado el colgante.
Al darse la vuelta, el Gobi había dado un coletazo sin querer a un edificio, y se había pinchado la cola con las astillas de una antigua viga de madera. Si se daba la vuelta, vería a dos muchachos estupefactos, atentos a otras cosas. Sólo hormigas molestas para él.
La viga pasó justo dos metros por delante de Blame, casi arrollándolo, y chocó contra otra casa que quedó derruída por completo. Quizás Yoshimitsu quisiera acercarse a ver si su abuelo estaba bien, pero sólo encontraría un brazo separado del cuerpo, y el resto de él bajo los escombros, totalmente destrozado y derramando sangre sobre madera.
Lo que estaba claro era una cosa: o salían de allí, o no durarían mucho más con vida.
Un hombre encapuchado aterrizó en medio de los dos shinobi en medio del caos. Su túnica le cubría por completo, y el juego de luces y sombras de la catástrofe impidieron apreciar los detalles de su cara, que quedaba completamente a oscuras. Pero el blanco de sus dientes sonriendo y el brillo del colgante con pedrusco rojo y el kanji "nueve" se les quedaría en la memoria a los dos Genin antes de que la figura decidiera desaparecer sin dejar rastro.
Había tenido suerte. Aquello había pasado y ni siquiera había tenido que tomarse la molestia de matar él mismo a la vigilancia. Y lo más importante, se había llevado el colgante.
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Al darse la vuelta, el Gobi había dado un coletazo sin querer a un edificio, y se había pinchado la cola con las astillas de una antigua viga de madera. Si se daba la vuelta, vería a dos muchachos estupefactos, atentos a otras cosas. Sólo hormigas molestas para él.
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