4/08/2018, 00:38
Él desvió la mirada. Era más que evidente que aún no se sentía del todo cómodo hablando del tema, y Ayame se mordió el labio inferior.
—Lo siento, yo...
—Está todo bien —terminó por responder, tan cortante como el filo de una katana recién afilada.
Ayame agachó la barbilla. No podía negar que ni siquiera ella había terminado de acostumbrarse. Después de tantos años viéndole con sus característicos ojos perlados, que constituían además una de sus principales fuentes de poder, el contraste con sus nuevos ojos violetas era demasiado fuerte. Por otro lado, cada vez que le veía se acordaba de Kiroe... e imaginaba que para ellos, superar la situación estaba siendo aún peor.
Y las ascuas de la venganza sin resolver volvían a arder en sus entrañas.
Naia. No se había olvidado de su nombre.
—A veces me escuecen —añadió Daruu, con la mirada perdida en la lluvia.
Ayame le tomó una mano con cierta timidez.
—Todo se arreglará pronto, ya lo verás —le dijo, en un intento por animarle, y le dedicó una radiante sonrisa—. Y además, seguro que serán bandidos.
—Lo siento, yo...
—Está todo bien —terminó por responder, tan cortante como el filo de una katana recién afilada.
Ayame agachó la barbilla. No podía negar que ni siquiera ella había terminado de acostumbrarse. Después de tantos años viéndole con sus característicos ojos perlados, que constituían además una de sus principales fuentes de poder, el contraste con sus nuevos ojos violetas era demasiado fuerte. Por otro lado, cada vez que le veía se acordaba de Kiroe... e imaginaba que para ellos, superar la situación estaba siendo aún peor.
Y las ascuas de la venganza sin resolver volvían a arder en sus entrañas.
Naia. No se había olvidado de su nombre.
—A veces me escuecen —añadió Daruu, con la mirada perdida en la lluvia.
Ayame le tomó una mano con cierta timidez.
—Todo se arreglará pronto, ya lo verás —le dijo, en un intento por animarle, y le dedicó una radiante sonrisa—. Y además, seguro que serán bandidos.