6/08/2018, 13:16
Kaido giró sobre sí mismo, buscando la posición de Ayame entre las múltiples plataformas que se extendían sobre su cabeza. Quizás esperaba una emboscada por sorpresa o algo similar, pero, en un principio, nada llegó a ocurrir.
—¡Demasiado cobarde para mi gusto, prima! —exclamó.
Desde el cielo, un suave ululato le respondió. Y, apenas un par de segundos después, las múltiples plataformas desaparecieron. Ayame estaba de pie sobre la verdadera, hablando con una figura blanca que había ahora junto a ella y que venía acompañado por un búho nival de gigantescas proporciones. Parecían estar discutiendo entre ellas; o, al menos, Ayame discutía. Porque el hombre de blanco se mantenía tan imperturbable como una estatua de mármol. Al final, la kunoichi hundió los hombros con un suspiro de resignación y se volvió hacia Kaido con una sonrisa nerviosa.
—¡Lo siento, Kaido! Pero debo marcharme... —Alzó la voz, con las manos a modo de bocina alrededor de la boca para hacerse oír a través de la distancia—. ¡Ya terminaremos este combate algún día!
Tras aquellas palabras, montó detrás de Kōri en el ave y esta sacudió con fuerza las alas para alzarse en el cielo y terminar de perderse entre las nubes de lluvia.
—¡Demasiado cobarde para mi gusto, prima! —exclamó.
Desde el cielo, un suave ululato le respondió. Y, apenas un par de segundos después, las múltiples plataformas desaparecieron. Ayame estaba de pie sobre la verdadera, hablando con una figura blanca que había ahora junto a ella y que venía acompañado por un búho nival de gigantescas proporciones. Parecían estar discutiendo entre ellas; o, al menos, Ayame discutía. Porque el hombre de blanco se mantenía tan imperturbable como una estatua de mármol. Al final, la kunoichi hundió los hombros con un suspiro de resignación y se volvió hacia Kaido con una sonrisa nerviosa.
—¡Lo siento, Kaido! Pero debo marcharme... —Alzó la voz, con las manos a modo de bocina alrededor de la boca para hacerse oír a través de la distancia—. ¡Ya terminaremos este combate algún día!
Tras aquellas palabras, montó detrás de Kōri en el ave y esta sacudió con fuerza las alas para alzarse en el cielo y terminar de perderse entre las nubes de lluvia.