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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
El Inuzuka dejó escapar un suspiro.

Golpeó de nuevo el aire, tomó aire y con las mismas que el puño diestro volaba, lanzó el zurdo, y terminó quedando sobre una pierna y estirado en el golpe. Tan absurdo y surrealista era el golpe, que hasta terminó cayendo al suelo, boca arriba pues giró en la misma caída.

Frente a él, a unos cuantos metros de distancia un huskie disfrutaba de la ligera brisa que salvaba la calurosa tarde. Estaba tirado sobre la blanca arena de la playa, con un coco entre patas, y una pajita directa hacia su hocico. Sin duda éste Inuzuka sí que sabía relajarse, y no como el rastas.

El rastas, apenas tocó el suelo, se impulsó con la pierna diestra por el suelo, e pos de continuar su ataque a la nada. Su nuevo y singular estilo de pelea casi parecía de mofa o burla, era surrealista.

Ababaur... —le inquirió el can.

El chico detuvo su kata, o eso que estuviese haciendo. Llevó su mirada hacia el huskie, y terminó por sentarse con las piernas cruzadas. Tomó aire, y se apoyó con sus brazos sobre las piernas.

No es tan fácil como parece... y mas sobre arena, tío

El huskie soltó un leve quejido, casi como un suspiro, pero de desdicha.

Y te quejarás encima, tirado a la bartola con ese maldito coco... —inquirió, con los ojos entrecerrados —tú también deberías estar entrenando conmigo.

Pero el can miró hacia otro lado, como si la cosa no tuviese nada que ver con él. EL rastas dejó escapar un suspiro de nuevo, pero lejos de desistir, continuó entrenando en esos nuevos movimientos que buscaba perfeccionar. Se levantó, y se quitó la camiseta, la cuál tiró a la vera de la chaqueta. Sí, el chico había llevado sus habituales indumentarias, incluyendo la chaqueta, en pleno verano. Ahora quedó tan solo con los pantalones cortos militares puestos, el calor era asfixiante.

Sin mas, se puso a entrenar de nuevo.

No muy lejos de allí, había un buen chiringuito, del que habían sacado el coco-loco. La playa estaba poco transitada, pero sin duda no eran los únicos allí presentes. Al menos no molestaban demasiado, o intentaban no hacerlo.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~
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Mensajes en este tema
Donde no duermen los cangrejos - por Inuzuka Etsu - 7/08/2018, 02:09


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