8/08/2018, 15:49
Nabi se sentó frente a ella, aunque seguía manteniendo una distancia prudencial que Ayame agradeció para sus adentros. Por su parte, su perro seguía tumbado, completamente relajado, en la misma posición. Nada de aquello iba con él, y tampoco parecía tener el más mínimo interés.
—Hablemos de lo típico, no sé —replicó Nabi—. ¿Cómo es Amegakure? ¿Qué diferencias hay con Uzushio? ¿Por qué le echas cebolla a las cosas que no deberían llevarla? No sé, típicos temas de conversación.
Ayame había abierto la boca para responder a las primeras preguntas, pero las palabras quedaron atascadas en su garganta cuando llegó a la última.
—¿¿Eeeeehhh?? —fue lo único que atinó a responder, completamente confundida—. ¿De qué demonios estás hablando?
—Hablemos de lo típico, no sé —replicó Nabi—. ¿Cómo es Amegakure? ¿Qué diferencias hay con Uzushio? ¿Por qué le echas cebolla a las cosas que no deberían llevarla? No sé, típicos temas de conversación.
Ayame había abierto la boca para responder a las primeras preguntas, pero las palabras quedaron atascadas en su garganta cuando llegó a la última.
—¿¿Eeeeehhh?? —fue lo único que atinó a responder, completamente confundida—. ¿De qué demonios estás hablando?