10/08/2018, 00:31
El sol amenazaba desde lo mas alto del cielo. Bajo su mandato, no había nadie que osara interponerse, ni tan siquiera las intrépidas nubes. El astro rey asfixiaba todo su reino con un calor que casi hacía parecer el desierto como una broma. Las calles, hechas de piedra, no hacían mas que resaltar el inmenso calor. Andar por las calles de Uzushiogakure era casi como andar por medio de una riada de lava.
Etsu, que era de éste tipo de personas que aunque hiciesen casi 40 grados, no dejaba atrás las costumbres; ataviaba de igual manera su querida chaqueta negra con cuello y mangas de algún tipo de pelaje que simulaba al animal. Obviamente, iba sudando a goterones, la vida le iba en ello.
—Ababaur... —le advirtió su can.
Etsu lo miró, y sonrió —no, para nada, tampoco hace tanto calor.
Y un huevo peludo de chino-vietnamita con infección de páncreas. Que no decía el Inuzuka. Las plantas se retorcían, marchitando. Las aves caían ya fritas, perfectas para comer. El agua se evaporaba. Las pinzas de la ropa se erosionaban. SE EROSIONABAN DEL PUTO CALOR. Pero no, el Inuzuka decía que no hacía calor.
La mirada de Akane sobre Etsu lo decía todo. Las palabras sobraban, de haberlas, seguro que habrían sido algo así como "¿abarrbabaur?" o lo que viene siendo lo mismo, "¿eres tonto o tienes mierda de gato en los bolsillos?".
—Oye, ¿y si te pelamos? así estarías mas fresquito... ¿te hace?
—¿abarrbabaur? —al final se lo tuvo que preguntar.
—Jajajaja... va, va.
Continuaban andando por las calles de la aldea, aprovechando la estancia consumiendo su curiosidad. En cierto momento, llegaron a una calle dominada por edificios realmente altos, todos de la misma índole, típica de la ciudad. Casi podía pensar que ya había estado por ahí, le sonaba bastante... pero es que si miraba hacia detrás, las edificaciones y calles eran exactamente igual.
—Vaya tela, tío... éstos de Uzu no tienen ni idea de arquitectura, es un puto laberinto todo.
Los ojos se le iluminaron al ver que al final de la calle, había un parque. Al fin algo de verde, dejando atrás tanto árbol rojo y tanta calle de paredes rocosas. Sin demora, el chico y su can consumieron la distancia hacia el pequeño parque, donde buscarían algún banco libre.
Lo único malo, que los malditos cerezos habían infestado el parque también.
Etsu, que era de éste tipo de personas que aunque hiciesen casi 40 grados, no dejaba atrás las costumbres; ataviaba de igual manera su querida chaqueta negra con cuello y mangas de algún tipo de pelaje que simulaba al animal. Obviamente, iba sudando a goterones, la vida le iba en ello.
—Ababaur... —le advirtió su can.
Etsu lo miró, y sonrió —no, para nada, tampoco hace tanto calor.
Y un huevo peludo de chino-vietnamita con infección de páncreas. Que no decía el Inuzuka. Las plantas se retorcían, marchitando. Las aves caían ya fritas, perfectas para comer. El agua se evaporaba. Las pinzas de la ropa se erosionaban. SE EROSIONABAN DEL PUTO CALOR. Pero no, el Inuzuka decía que no hacía calor.
La mirada de Akane sobre Etsu lo decía todo. Las palabras sobraban, de haberlas, seguro que habrían sido algo así como "¿abarrbabaur?" o lo que viene siendo lo mismo, "¿eres tonto o tienes mierda de gato en los bolsillos?".
—Oye, ¿y si te pelamos? así estarías mas fresquito... ¿te hace?
—¿abarrbabaur? —al final se lo tuvo que preguntar.
—Jajajaja... va, va.
Continuaban andando por las calles de la aldea, aprovechando la estancia consumiendo su curiosidad. En cierto momento, llegaron a una calle dominada por edificios realmente altos, todos de la misma índole, típica de la ciudad. Casi podía pensar que ya había estado por ahí, le sonaba bastante... pero es que si miraba hacia detrás, las edificaciones y calles eran exactamente igual.
—Vaya tela, tío... éstos de Uzu no tienen ni idea de arquitectura, es un puto laberinto todo.
Los ojos se le iluminaron al ver que al final de la calle, había un parque. Al fin algo de verde, dejando atrás tanto árbol rojo y tanta calle de paredes rocosas. Sin demora, el chico y su can consumieron la distancia hacia el pequeño parque, donde buscarían algún banco libre.
Lo único malo, que los malditos cerezos habían infestado el parque también.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~