12/08/2018, 01:14
El desolador paraje bajo el astro rey no cambiaba demasiado a la sombra de los cerezos. Todo estaba desierto, como en una ciudad fantasma, la cuál por las noches volvía a la vida. Era obvio, todos esperaban a que el sol se pusiese para dar un paseo, antes era cosa de... locos.
Y tan locos.
El Inuzuka y el can continuaron el caluroso paseo. Sus audaces ojos buscaban un ápice de sombra, pero no una sombra cualquiera. El rastas requería de un lugar con sombra, pero con cualidades para poder continuar el entrenamiento. No, no señor, el chico no podía cesar su riguroso entrenamiento ni bajo ese asfixiante calor. Tomó aire, y se apartó el sudor de la frente conforme suspiraba. Desde luego que hacía calor, una barbaridad. Pero no, no iba a quitarse la chaqueta, ni por asomo.
«¡Ostras!»
A un lado del parque, en pleno césped, llamó su atención una figura femenina que al quejido de "esto es el fin" se hallaba tirada sobre la hierba, como si se tratase de un mobiliario mas del mismo parque. Con paso calmado, pero algo aligerado, ambos se acercaron hasta estar a escasos dos o tres metros de la chica. Fue entonces que Etsu adelantó un poco la mano, levemente agazapado.
—Oye... ¿te encuentras bien? —preguntó curioso, o preocupado. Quizás ambas.
En realidad, tan solo le faltó un palo suficientemente puntiagudo para poder pinchar mientras preguntaba. ¿Estaría muriendo?
Y tan locos.
El Inuzuka y el can continuaron el caluroso paseo. Sus audaces ojos buscaban un ápice de sombra, pero no una sombra cualquiera. El rastas requería de un lugar con sombra, pero con cualidades para poder continuar el entrenamiento. No, no señor, el chico no podía cesar su riguroso entrenamiento ni bajo ese asfixiante calor. Tomó aire, y se apartó el sudor de la frente conforme suspiraba. Desde luego que hacía calor, una barbaridad. Pero no, no iba a quitarse la chaqueta, ni por asomo.
«¡Ostras!»
A un lado del parque, en pleno césped, llamó su atención una figura femenina que al quejido de "esto es el fin" se hallaba tirada sobre la hierba, como si se tratase de un mobiliario mas del mismo parque. Con paso calmado, pero algo aligerado, ambos se acercaron hasta estar a escasos dos o tres metros de la chica. Fue entonces que Etsu adelantó un poco la mano, levemente agazapado.
—Oye... ¿te encuentras bien? —preguntó curioso, o preocupado. Quizás ambas.
En realidad, tan solo le faltó un palo suficientemente puntiagudo para poder pinchar mientras preguntaba. ¿Estaría muriendo?
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~