12/08/2018, 18:49
La nota se escudriñaba entre sus manos, arrugada; a cada que los dedos apretujaban la tinta que relataba el mensaje de Uchiha Datsue. Y mientras la invitación desaparecía hasta convertirse en una pequeña bola apretujada de papel, su ira se acrecentaba con la velocidad de un temporal. Consumiendo cada pequeña partícula de aire a su alrededor y haciéndolo girar sobre los cálidos océanos del Remolino.
Historias relatan que civilizaciones antiguas danzaban alrededor de una hoguera para implorar a Ame no kami que la lluvia bañara sus tierras. Datsue no iba a tener que danzar alrededor de nada ni implorar a ningún Dios ajeno.
La Tormenta había llegado a Uzushiogakure por su propia cuenta.
Una melodía que se batía por sobre el va y ven de las olas. La arena, tintada de ligeros matices rojizos, se bañaba en la penumbra del anochecer. Un uzujin con su shamisen cantaba su versión de una flolclórica canción mientras los oídos necios de su invitado escuchaban atentamente desde la distancia.
... ¡Porque sé, que ma-ta-ré a mis e-ne-mi-gos, cuando llegueeen!
Si él lo pedía ...
—Tu enemigo ha llegado.
Historias relatan que civilizaciones antiguas danzaban alrededor de una hoguera para implorar a Ame no kami que la lluvia bañara sus tierras. Datsue no iba a tener que danzar alrededor de nada ni implorar a ningún Dios ajeno.
La Tormenta había llegado a Uzushiogakure por su propia cuenta.
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Una melodía que se batía por sobre el va y ven de las olas. La arena, tintada de ligeros matices rojizos, se bañaba en la penumbra del anochecer. Un uzujin con su shamisen cantaba su versión de una flolclórica canción mientras los oídos necios de su invitado escuchaban atentamente desde la distancia.
... ¡Porque sé, que ma-ta-ré a mis e-ne-mi-gos, cuando llegueeen!
Si él lo pedía ...
—Tu enemigo ha llegado.