18/08/2018, 19:23
Y con la corriente de aire, la cabeza de Datsue se ladeó, al unísono de que la maraña de pelos del tiburón se mecía armoniosamente con el azote del viento. Y su sonrisa, atrevida, volvió a extenderse de mejilla a mejilla a la par de que contemplaba el rompimiento de aquella singular ola.
El mar empezó a recogerse después de aquello, iniciando la cuenta regresiva.
—Puede ser, sí; en una de esas ilusiones que tan bien se te da montar —admitió, lacónico y socarrón—. allí todo puede ser como tú lo deseas, después de todo. Pero en el mundo real, sin embargo, donde habitamos los hombres que tenemos huevos para dar la cara sin triquiñuelas, pues... no lo veo tan claro, Uchiha Datsue.
Kaido apretó las manos. Y su cuello, instintivamente, tronó como un relámpago.
Un paso. Dos. La arena comenzó a romperse a medida de que acortaba la distancia. Y una nueva ola se acercaba.
—Acabemos con esto.
El mar empezó a recogerse después de aquello, iniciando la cuenta regresiva.
—Puede ser, sí; en una de esas ilusiones que tan bien se te da montar —admitió, lacónico y socarrón—. allí todo puede ser como tú lo deseas, después de todo. Pero en el mundo real, sin embargo, donde habitamos los hombres que tenemos huevos para dar la cara sin triquiñuelas, pues... no lo veo tan claro, Uchiha Datsue.
Kaido apretó las manos. Y su cuello, instintivamente, tronó como un relámpago.
Un paso. Dos. La arena comenzó a romperse a medida de que acortaba la distancia. Y una nueva ola se acercaba.
—Acabemos con esto.