19/08/2018, 00:40
No iba a esperar menos de él, de Datsue, quien se ocupó con polivalencia de que ninguno de sus primeros golpes lograse su cometido. Le bastó un paso atrás, una buena bloqueada y una ligera inclinación de cabeza para que tuviese la oportunidad de contraatacar en aquel fugaz intercambio de taijutsu; usando el mismo movimiento de su cuello para disparar su frente hacia el rostro del tiburón, cual tirachinas.
Pero Kaido no iba a quedarse sin ideas en pleno intercambio, desde luego. A él le bastó también con agachar ligeramente el cuerpo y predisponer de su bandana para aligerar el daño de aquel ataque. El testerazo finalmente rebotó sobre el frío metal, a la vez de que las manos del tiburón sujetaron el brazo con el que Datsue sostenía su camisa. Era la premisa, tal vez, de su siguiente movimiento.
Haló con la fuerza de mil hombres hacia uno de los costados, y subió su rodilla izquierda que buscaba ansiosa una de las costillas del Uchiha.
—Pues ya verás quién tiene su merecido ahora —respondió a mansalva, mientras empujaba a su oponente para alejarlo de sí mismo con una patada en el pecho, cuya pierna erguida; haría la de resorte—. del tiburón no se habla a las espaldas. Lo vas a aprender a las malas.
Sus manos se juntaron en la de un sello. El carnero.
Y Datsue escuchó un estruendo contenido. Como el que escucharías cuando una cañería empieza a rebozar mayor cantidad de agua de la que sus cimientos pueden soportar. Y todo aquello desde Kaido. Pero no a su alrededor, sino ... dentro de él.
«Quería guardarme este truco para el examen, pero tengo que enseñarle a este tipo a respetar»
Pero Kaido no iba a quedarse sin ideas en pleno intercambio, desde luego. A él le bastó también con agachar ligeramente el cuerpo y predisponer de su bandana para aligerar el daño de aquel ataque. El testerazo finalmente rebotó sobre el frío metal, a la vez de que las manos del tiburón sujetaron el brazo con el que Datsue sostenía su camisa. Era la premisa, tal vez, de su siguiente movimiento.
Haló con la fuerza de mil hombres hacia uno de los costados, y subió su rodilla izquierda que buscaba ansiosa una de las costillas del Uchiha.
—Pues ya verás quién tiene su merecido ahora —respondió a mansalva, mientras empujaba a su oponente para alejarlo de sí mismo con una patada en el pecho, cuya pierna erguida; haría la de resorte—. del tiburón no se habla a las espaldas. Lo vas a aprender a las malas.
Sus manos se juntaron en la de un sello. El carnero.
Y Datsue escuchó un estruendo contenido. Como el que escucharías cuando una cañería empieza a rebozar mayor cantidad de agua de la que sus cimientos pueden soportar. Y todo aquello desde Kaido. Pero no a su alrededor, sino ... dentro de él.
«Quería guardarme este truco para el examen, pero tengo que enseñarle a este tipo a respetar»