20/08/2018, 17:33
En su paseo por el local, mientras los más jóvenes seguían discutiendo entre sí diferentes hipótesis, Kōri constató que los rumores acerca de la inexistente pulcritud del señor Takahashi no eran meros comentarios. Encima de una silla encontró dos fideos retorcidos como dos gusanos resecos, cerca del marco de una de las ventanas la desagradable visión de un escupitajo, en la barra un bol de ramen aún a medio terminar... y aquella casi constante alfombra de pelos cortos de color gris oscuro y blanco que recubría el suelo.
—Mirad aquí —indicó el Jōnin, señalando sus más recientes descubrimientos.
Ayame fue la primera que se acercó a él, pero seguía luciendo aquel gesto confundido y extrañado.
—¿Creéis que son de una misma persona o de varias? Si tan sólo pudiéramos rastrearlos...
—Parece demasiado pelo para que sea de una persona. A no ser que sufra de problemas de caída de cabello... Puede que sea pelo de animal, un perro o un gato seguramente.
—Mirad aquí —indicó el Jōnin, señalando sus más recientes descubrimientos.
Ayame fue la primera que se acercó a él, pero seguía luciendo aquel gesto confundido y extrañado.
—¿Creéis que son de una misma persona o de varias? Si tan sólo pudiéramos rastrearlos...
—Parece demasiado pelo para que sea de una persona. A no ser que sufra de problemas de caída de cabello... Puede que sea pelo de animal, un perro o un gato seguramente.