25/08/2018, 23:11
(Última modificación: 25/08/2018, 23:13 por Umikiba Kaido. Editado 2 veces en total.)
—Espero que eso no sea de adorno —alegó Datsue, en el interín de que Kaido crecía como si alguien estuviese soplándole dentro de la oreja. Hinchándose de agua y modificando su estructura corporal para convertirse finalmente en una mole de inmensas proporciones, al menos cuando se comparaba con el tamaño de Uchiha Datsue—. Porque, no te ofendas, mi buen Tiburón, pero pegas como un pezqueñín.
Aunque lejos de ofenderse, el tiburón sonrió.
—¿Sí?
Y es que en cuanto Datsue fue a amagar su primer golpe, Kaido ya estaba preparado. Tan preparado como lo puede estar un miembro del clan Hōzuki.
Y es que el Uchiha creería haber impactado el rostro de su oponente, aunque se encontró inmediatamente después con la nimia resistencia del mar mismo, y no de la roca a la que asemejaba el cuerpo de aquella gigantesca mole; pues el puño de Datsue atravesó el rostro de Kaido como si hubiese golpeado una ola, al mismo tiempo en el que sintió el brazo del Tiburón atizarle el estómago en un ataque que se suscitó prácticamente al unísono. Un puño de yunque arrugándose en sus intestinos con la fuerza de Ame no Kami mientras su propio rostro perdía forma, tras el golpe.
La cara no se le tardó en recomponer, sin embargo. Ni tampoco su segunda arremetida, que sería una patada ascendente que buscaría impactar en la barbilla del uzujin.
Aunque lejos de ofenderse, el tiburón sonrió.
—¿Sí?
Y es que en cuanto Datsue fue a amagar su primer golpe, Kaido ya estaba preparado. Tan preparado como lo puede estar un miembro del clan Hōzuki.
Y es que el Uchiha creería haber impactado el rostro de su oponente, aunque se encontró inmediatamente después con la nimia resistencia del mar mismo, y no de la roca a la que asemejaba el cuerpo de aquella gigantesca mole; pues el puño de Datsue atravesó el rostro de Kaido como si hubiese golpeado una ola, al mismo tiempo en el que sintió el brazo del Tiburón atizarle el estómago en un ataque que se suscitó prácticamente al unísono. Un puño de yunque arrugándose en sus intestinos con la fuerza de Ame no Kami mientras su propio rostro perdía forma, tras el golpe.
La cara no se le tardó en recomponer, sin embargo. Ni tampoco su segunda arremetida, que sería una patada ascendente que buscaría impactar en la barbilla del uzujin.