30/08/2018, 22:50
La chica ladeó el rostro, y con ella la mirada. Gesto al que recurría con frecuencia Akane al no entender algo. Sin duda, era un gesto que sabía interpretar a la perfección, aunque en ésta ocasión no entendía el porqué, o el a qué se debía. Ante la pregunta del chico, la fémina respondió que un poco. Todo tenía poco sentido, y a cada segundo que pasaba, era peor. Arqueó una ceja sin pretenderlo, realmente no entendía nada.
«¿Qué le pasa a ésta chica?»
Pero reaccionó normal ante lo absurdo de la actitud de Etsu. Al menos supo que no era del todo normal, que algo fallaba. No podía quejarse del calor que hacía siendo que llevaba puesta una chaqueta que parecía mas densa que un bosque del País del Fuego. Ayame preguntó porqué no se quitaba la chaqueta, poco después y casi sin tiempo a que el chico diera una repuesta a su pregunta, la chica pareció desvanecerse.
Agua, fue lo único que se le vino a la mente, y la boca, pues fue su único anhelo en su semiconsciencia.
Los Inuzuka se alertaron, la chica estaba en las últimas. Etsu realizó un sello, y con ello Akane tomó una apariencia asalvajada del rastas. Rápidamente éste se acercó a escuchar su respiración, y Etsu —el único capaz de hablar como el reto de personas— salió corriendo del lugar.
—Vuelvo enseguida —aseguró antes de irse, aunque ya todo estaba mas que hablado.
Akane intentó averiguar si al menos su respiración era constante o normal. No podía hacer mucho mas, pero debía quedarse con ella en pos de que no empeorase la situación. Entre tanto, Etsu corrió como un galgo —valga la redundancia— hacia la tienda mas cercana.
—¡Agua! ¿¡Dónde!?
La mujer que despachaba, pelirroja de mediana edad, quedó hasta asustada. No supo ni tartamudear, tan solo señaló la balda de una estantería, que estaba repleta de botellas de agua. Sin mas palabras, que ya de por sí eran pocas, corrió hacia éstas, y tomó cuatro bajo su brazo derecho. De nuevo, corrió hacia la caja, y dejó allí dinero mas que de sobra. No dijo nada, tan solo corrió de nuevo.
—G-gracias... —alcanzó a decir la mujer, aún asombrada.
El Inuzuka corrió como si le fuese la vida en ello. Corrió hasta mas no poder, el aliento le faltaba con mesura en el pecho, pero eso no le importó. Corrió y corrió, hasta llegar de nuevo a dondehabía encontrado a la chica. Allí, Akane aún seguía a su vera, indispuesto a alejarse.
—¡¡AGUAAAAAAAA!! —bramó a lo que sus pulmones llegaron a dar.
Con las mismas, el Inuzuka tropezó, y cayó en plancha sobre el césped. Obviamente, las botellas salieron volando, directas a la chica y Akane —¡Buahgüa!
Clavado como un pino en el césped, no pudo ni mirar la cara de póker de Akane, que lo observaba atónito. Etsu, escupió el césped que tenía en la boca hacia un lado, y tomó aire, al fin. El corazón se le iba a escapar en cualquier bocanada de aire que tomase.
«¿Qué le pasa a ésta chica?»
Pero reaccionó normal ante lo absurdo de la actitud de Etsu. Al menos supo que no era del todo normal, que algo fallaba. No podía quejarse del calor que hacía siendo que llevaba puesta una chaqueta que parecía mas densa que un bosque del País del Fuego. Ayame preguntó porqué no se quitaba la chaqueta, poco después y casi sin tiempo a que el chico diera una repuesta a su pregunta, la chica pareció desvanecerse.
Agua, fue lo único que se le vino a la mente, y la boca, pues fue su único anhelo en su semiconsciencia.
Los Inuzuka se alertaron, la chica estaba en las últimas. Etsu realizó un sello, y con ello Akane tomó una apariencia asalvajada del rastas. Rápidamente éste se acercó a escuchar su respiración, y Etsu —el único capaz de hablar como el reto de personas— salió corriendo del lugar.
—Vuelvo enseguida —aseguró antes de irse, aunque ya todo estaba mas que hablado.
Akane intentó averiguar si al menos su respiración era constante o normal. No podía hacer mucho mas, pero debía quedarse con ella en pos de que no empeorase la situación. Entre tanto, Etsu corrió como un galgo —valga la redundancia— hacia la tienda mas cercana.
—¡Agua! ¿¡Dónde!?
La mujer que despachaba, pelirroja de mediana edad, quedó hasta asustada. No supo ni tartamudear, tan solo señaló la balda de una estantería, que estaba repleta de botellas de agua. Sin mas palabras, que ya de por sí eran pocas, corrió hacia éstas, y tomó cuatro bajo su brazo derecho. De nuevo, corrió hacia la caja, y dejó allí dinero mas que de sobra. No dijo nada, tan solo corrió de nuevo.
—G-gracias... —alcanzó a decir la mujer, aún asombrada.
El Inuzuka corrió como si le fuese la vida en ello. Corrió hasta mas no poder, el aliento le faltaba con mesura en el pecho, pero eso no le importó. Corrió y corrió, hasta llegar de nuevo a dondehabía encontrado a la chica. Allí, Akane aún seguía a su vera, indispuesto a alejarse.
—¡¡AGUAAAAAAAA!! —bramó a lo que sus pulmones llegaron a dar.
Con las mismas, el Inuzuka tropezó, y cayó en plancha sobre el césped. Obviamente, las botellas salieron volando, directas a la chica y Akane —¡Buahgüa!
Clavado como un pino en el césped, no pudo ni mirar la cara de póker de Akane, que lo observaba atónito. Etsu, escupió el césped que tenía en la boca hacia un lado, y tomó aire, al fin. El corazón se le iba a escapar en cualquier bocanada de aire que tomase.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~