1/09/2018, 05:01
Y allí estaba, ese pequeño destello de grandilocuencia. Brillando fuerte en el papel que se calcinó en cuestión de segundos por sobre un raido pedazo de madera, que en un cambio imperceptible y fugaz; había ocupado el lugar del Uzujin.
«Me cago en tus mu...»
Los ojos de Kaido brillaron en la oscuridad. Y vio, sin poder evitar, el fuego abrasador acercándose a pasos agigantados hacia él. El Tiburón no tuvo más remedio que confiar nuevamente en su habilidad más particular para mermar la potencia de la explosión, que recubrió en su totalidad los tres metros de su radio a la par de que creaba una pared de humo, viento y arena, que obstaculizaría la visión durante un par de segundos.
Lo más curioso de todo, sin embargo, es que aquella potente perturbación del terreno no desapareció de inmediato, sino que parecía agravarse con el paso de los segundos.
Era una noche cálida, despejada, perfecta para admirar las estrellas del cielo nocturno.
Pero a ojos de Datsue, todo se fue convirtiendo en algo borroso. Pues una espesa neblina que iba haciéndose más densa cubrió todo el terreno. Quién sabe qué cantidad de este, pero lo suficiente como para rodear a los involucrados y un mayor diámetro después de ellos.
Entonces, la nada. La absoluta nada. Era Uchiha Datsue en soledad dentro de una neblina impropia de Uzushiogakure no sato. Aunque muy propia para quien la había invocado.
«Me cago en tus mu...»
¡BOOOOOOOOOOOOOM!
Los ojos de Kaido brillaron en la oscuridad. Y vio, sin poder evitar, el fuego abrasador acercándose a pasos agigantados hacia él. El Tiburón no tuvo más remedio que confiar nuevamente en su habilidad más particular para mermar la potencia de la explosión, que recubrió en su totalidad los tres metros de su radio a la par de que creaba una pared de humo, viento y arena, que obstaculizaría la visión durante un par de segundos.
Lo más curioso de todo, sin embargo, es que aquella potente perturbación del terreno no desapareció de inmediato, sino que parecía agravarse con el paso de los segundos.
Era una noche cálida, despejada, perfecta para admirar las estrellas del cielo nocturno.
Pero a ojos de Datsue, todo se fue convirtiendo en algo borroso. Pues una espesa neblina que iba haciéndose más densa cubrió todo el terreno. Quién sabe qué cantidad de este, pero lo suficiente como para rodear a los involucrados y un mayor diámetro después de ellos.
Entonces, la nada. La absoluta nada. Era Uchiha Datsue en soledad dentro de una neblina impropia de Uzushiogakure no sato. Aunque muy propia para quien la había invocado.