2/09/2018, 19:54
Daruu dio un brinco cuando el afilado filo de un cuchillo se clavó justo delante de él, muy cerca de los pies. Su comentario acerca de los gemelos le había sentado muy mal a Suka. El genin tragó saliva e imaginó que los hermanos eran en verdad buenas personas, o como mínimo no los causantes del ataque. De lo contrario, ¿qué llevaría a Suka ponerse tan a la defensiva?
Debía haber imaginado que se conocían. Qué torpe.
—L-lo siento —dijo, aunque parte de él seguía desconfiando de los desconocidos—. No pretendía ofenderte, de verdad. Es solo que... esto es muy raro.
El grupo se abrió camino a través de la niebla. Afortunadamente, no tardaron en vislumbrar, a lo lejos, la silueta inconfundible del carro y del caballo. Se movieron raudos, y prontamente alcanzaron al animal. Mas no encontraron nada anormal; el carro estaba simplemente vacío y el caballo rumiaba un poco más allá de unas hierbas que crecían a través de las grietas del cemento.
Entonces escucharon de nuevo esa risa, y Daruu se puso inmediatamente en guardia. Sus dos manos formaron sendos sellos y las katanas que usualmente escondía en sus antebrazos se liberaron y desplegaron. Mientras que Suka atendía el caballo y Karamaru buscaba pistas en el suelo, el de las espadas deambulaba por la plaza, ojo avizor, para evitar un ataque sorpresa.
«¿Por qué actúan con tanta naturalidad? Lo que sea que produzca ese sonido no es un amigo, precisamente.»
Debía haber imaginado que se conocían. Qué torpe.
—L-lo siento —dijo, aunque parte de él seguía desconfiando de los desconocidos—. No pretendía ofenderte, de verdad. Es solo que... esto es muy raro.
El grupo se abrió camino a través de la niebla. Afortunadamente, no tardaron en vislumbrar, a lo lejos, la silueta inconfundible del carro y del caballo. Se movieron raudos, y prontamente alcanzaron al animal. Mas no encontraron nada anormal; el carro estaba simplemente vacío y el caballo rumiaba un poco más allá de unas hierbas que crecían a través de las grietas del cemento.
Entonces escucharon de nuevo esa risa, y Daruu se puso inmediatamente en guardia. Sus dos manos formaron sendos sellos y las katanas que usualmente escondía en sus antebrazos se liberaron y desplegaron. Mientras que Suka atendía el caballo y Karamaru buscaba pistas en el suelo, el de las espadas deambulaba por la plaza, ojo avizor, para evitar un ataque sorpresa.
«¿Por qué actúan con tanta naturalidad? Lo que sea que produzca ese sonido no es un amigo, precisamente.»
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)