2/09/2018, 22:16
No había nadie. Para estar en medio de pleno examen de Chunin, no había ni un espiritu entrenando. ¡Qué ejemplo daban a los jovenes genins! Vagancia y mediocridad es lo único que mis ojos atisbaban en el horizonte, lo único que iba a representarnos en ese evento que era el examen.
Mas, mayúscula fue mi sorpresa, cuando Stuffy me ladró, alarmado, que algo había entrado en el perímetro de la olfaticidad. Ese algo no era otro que Eikyu Juro, conocido maleducado y prófugo de la justicia anal.
Sin embargo, la justicia anal tenía un compromiso. Era incapaz de soltar su juicio pues lo había hecho de camino al lugar, con la idea de que esperábamos un combate de verdad, con ejercicio de verdad e ir con el cuerpo lleno no era buena idea. Así pues, la justicia sería el plato que se sirve frio.
— Te lo dije, guardatelo por si lo vemos, que esto siempre va así. En cuanto descargas, aparece alguien que se lo merece en la cara, pero tú, nooo, si no le huelo es que no existe. ¡Cabezota!
Stuffy empezó a ladrar impertinencias mientras gruñía improperios. Al final decidimos esperarle sin más y que la frialdad de nuestras miradas le sirviese de sustitutivo. Me senté en el banco que había al lado del camino con la esperanza de que lo siguiese y apareciese pronto.
Mas, mayúscula fue mi sorpresa, cuando Stuffy me ladró, alarmado, que algo había entrado en el perímetro de la olfaticidad. Ese algo no era otro que Eikyu Juro, conocido maleducado y prófugo de la justicia anal.
Sin embargo, la justicia anal tenía un compromiso. Era incapaz de soltar su juicio pues lo había hecho de camino al lugar, con la idea de que esperábamos un combate de verdad, con ejercicio de verdad e ir con el cuerpo lleno no era buena idea. Así pues, la justicia sería el plato que se sirve frio.
— Te lo dije, guardatelo por si lo vemos, que esto siempre va así. En cuanto descargas, aparece alguien que se lo merece en la cara, pero tú, nooo, si no le huelo es que no existe. ¡Cabezota!
Stuffy empezó a ladrar impertinencias mientras gruñía improperios. Al final decidimos esperarle sin más y que la frialdad de nuestras miradas le sirviese de sustitutivo. Me senté en el banco que había al lado del camino con la esperanza de que lo siguiese y apareciese pronto.
—Nabi—