6/09/2018, 02:21
Los ojos claros del Tiburón se abrieron como platos, mientras sus pupilas se paseaban alarmadas por cada uno de los gestos de su interlocutor. Que, con cada palabra, parecía enaltecer su alma a tal punto de que perdía el control sobre su propio cuerpo, y sus extremidades empezaban a tiritar.
Kaido sintió la imperiosa necesidad de retroceder. Porque, efectivamente, le recordaba a alguien. A él.
Entonces intentó imaginar por lo que, según Datsue, podría estar pasando Aiko. Pero sencillamente no era capaz. Entre todas las personas existentes en Oonindo, Kaido era el único que no podía padecer de aquel destino tan fatídico. El de ahogarte hasta la muerte, y mucho menos el de revivir una y otra vez para padecer el mismo final por toda la jodida eternidad.
—¿Y cómo cojones sabes tú eso? ¿acaso estabas ahí para comprobar qué fue lo que hizo mal? —enfatizó, como si aquella rabieta fuera totalmente infundada—. está bien, tengo que admitirlo. No es el más solemne de los castigos, pero tendrá que haberla liado parda como para que le hicieran eso, Datsue. P-a-r-d-a.
Kaido sintió la imperiosa necesidad de retroceder. Porque, efectivamente, le recordaba a alguien. A él.
Entonces intentó imaginar por lo que, según Datsue, podría estar pasando Aiko. Pero sencillamente no era capaz. Entre todas las personas existentes en Oonindo, Kaido era el único que no podía padecer de aquel destino tan fatídico. El de ahogarte hasta la muerte, y mucho menos el de revivir una y otra vez para padecer el mismo final por toda la jodida eternidad.
—¿Y cómo cojones sabes tú eso? ¿acaso estabas ahí para comprobar qué fue lo que hizo mal? —enfatizó, como si aquella rabieta fuera totalmente infundada—. está bien, tengo que admitirlo. No es el más solemne de los castigos, pero tendrá que haberla liado parda como para que le hicieran eso, Datsue. P-a-r-d-a.